16/11/2025
Hace 26 años, el 15 de noviembre de 1999, el Comandante Fidel Castro Ruz no solo inauguró un centro de estudios, sino que encendió un faro de esperanza y conciencia para el mundo: la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).
Fue un acto de profunda visión y humanidad, concebido tras la devastación del huracán Mitch, donde la solidaridad cubana se transformó en la promesa de una sanación duradera. Fidel no imaginó una escuela más, sino una fragua para forjar una nueva estirpe de galenos. Su sueño era levantar a los hijos de las familias más humildes de América Latina y del mundo, y convertirlos en "más que médicos, apóstoles y creadores de un mundo más humano".
En aquel emotivo momento, se puso la primera piedra de un proyecto que irradia luz: jóvenes sin recursos, con la única riqueza de su vocación y ganas de servir, han regresado a sus comunidades, a los barrios pobres y a las montañas, para cumplir con el juramento hipocrático en su expresión más pura.
La ELAM es el eco vivo de la ética más alta, una obra que demuestra que la salud no es una mercancía, sino un derecho humano. Su inauguración no fue un evento político, fue una declaración de amor a la humanidad que, 26 años después, sigue latente en cada bata blanca que regresa a su patria para curar, prevenir y transformar.