La Sala de María

La Sala de María Espacio para el Desarrollo y el Crecimiento Personal. Constelaciones Familiares, Sincronía, Astrogenealogía, Árbol Genealógico Sanador, y más.

Mi misión es acompañarte a encontrar tu propia luz y encenderla. Desde 1987 trabajando para el bienestar y el desarrollo de la salud física, emocional y espiritual, con una extensa y profunda formación. María Tizado:
Terapeuta Ocupacional: col G-349, especialidad en psiquiatría y psicología. Creadora método Sincronía®
Formada por Thérèse Bertherat en Antigimnasia
Facilitadora de Constelaciones Familiares
Mi trabajo es parte de mi Felicidad
¡Bienvenidxs!

Lo que más me gusta de esta historia es que no le echó la culpa a nadie, nada fue una excusa para no seguir. Somos quien...
25/11/2025

Lo que más me gusta de esta historia es que no le echó la culpa a nadie, nada fue una excusa para no seguir. Somos quienes somos también por las circunstancias, pero de nosotros depende si las usamos de muro o las trepamos para otear más lejos lo que hay delante.

Sus padres le quitaron las velas, la calefacción, incluso la ropa—cualquier cosa para impedir que estudiara matemáticas en la oscuridad helada—pero cada noche, ella las volvía a encender y seguía leyendo de todos modos.
Su nombre era Sophie Germain.
Y estaba a punto de demostrar que el genio no pide permiso.

París, 1789.
La ciudad ardía en revolución. Las calles corrían con sangre y posibilidades. Y en una habitación fría en la Rue Sainte-Croix, una niña de 13 años descubrió algo que consumiría su vida:
Las matemáticas.

Leyó sobre Arquímedes—el antiguo matemático tan absorto en sus cálculos que cuando un soldado romano lo interrumpió, se negó a moverse. “No molestes mis círculos”, supuestamente dijo.
El soldado lo mató.

La mayoría de la gente escucharía esa historia y pensaría: qué tragedia.
Sophie pensó: Si las matemáticas valen la pena para morir por ellas, valen la pena para vivir por ellas.

Pero había un problema. En realidad, varios.
Era una niña. En la Francia del siglo XVIII. Querían estudiar matemáticas.
Sus padres estaban horrorizados. Veían su obsesión como peligrosa, poco femenina, un camino hacia la locura. Así que hicieron lo que cualquier padre preocupado haría:
Intentaron detenerla.

Le confiscaron las velas para que no pudiera leer de noche.
Ella encontró más velas.
Le cortaron la calefacción de su habitación para obligarla a salir.
Ella se envolvió en mantas y siguió estudiando.
Incluso le quitaron la ropa para que tuviera demasiado frío como para quedarse despierta.
Ella se quedó despierta de todos modos.

Noche tras noche, en una habitación helada, a la luz de velas que tenía que volver a encender en secreto, Sophie Germain se enseñó a sí misma matemáticas a partir de libros escritos por hombres que jamás le habrían enseñado personalmente.

Cuando la prestigiosa École Polytechnique abrió en 1794, representaba todo lo que Sophie soñaba: matemáticas avanzadas, profesores brillantes, estudio serio.
Un pequeño problema: las mujeres no estaban permitidas.

Así que Sophie hizo lo que haría cualquier genio decidido:
Robó la identidad de un hombre.

Usando el nombre “Monsieur Antoine-Auguste Le Blanc”, obtuvo apuntes de clase, los estudió obsesivamente y comenzó a enviar sus propios trabajos—soluciones brillantes a problemas complejos que impresionaron a todos.

Incluyendo a Joseph-Louis Lagrange—uno de los matemáticos más grandes de su época.
Lagrange quedó tan impresionado con el trabajo de “M. LeBlanc” que exigió conocer a este brillante estudiante.
Imagina el terror de Sophie. Imagina su cálculo: decir la verdad y arriesgarlo todo, o seguir mintiendo y perder la oportunidad.
Ella dijo la verdad.
¿Y Lagrange? No la denunció. No la descartó.
Se convirtió en su mentor y defensor.

Pero su mayor batalla aún estaba por venir.

La Academia Francesa de Ciencias anunció un desafío: resolver el problema de las placas metálicas vibrantes—un monstruo matemático que había derrotado a las mentes más grandes de la época.
Candidato tras candidato lo intentó.
Candidato tras candidato fracasó.
Excepto uno.

Sophie presentó una solución. No perfecta—pero más cercana que nadie. Presentó otra. Y otra. Cada vez, su trabajo mejoraba.
Finalmente, en 1816, la Academia le otorgó el premio.
La primera mujer en ganar un premio de la Academia Francesa de Ciencias.
La primera mujer imposible de ignorar.

Pero sus contribuciones iban mucho más allá de ese único problema. Hizo avances fundamentales en teoría de números—trabajo tan importante que ciertos números primos aún se llaman “primos de Sophie Germain” hoy.
Contribuyó con ideas cruciales al Último Teorema de Fermat, un problema que tomaría 178 años más para resolverse por completo. Los matemáticos modernos aún construyen sobre las bases que ella estableció.

¿Y su recompensa por toda esta brillantez?
Nada.

Nunca fue admitida en la Academia.
Nunca ocupó un puesto académico.
Nunca recibió reconocimiento oficial durante su vida.
Cuando murió en 1831 a los 55 años, su certificado de defunción la describía como “propietaria”—no como matemática.
Como si la mayor mente matemática que Francia había producido en una generación fuera solo… alguien que poseía una casa.

Pero esto es lo que no pudieron borrar:
Las matemáticas aún funcionan.
Los primos de Sophie Germain aún existen.
Su teoría de elasticidad aún se sostiene.
Sus contribuciones al Último Teorema de Fermat aún importan.

Siglos después, un cráter en Venus—el planeta nombrado por la diosa del amor—lleva su nombre.
Y cada vez que una niña toma un libro de matemáticas pese a que le dicen que no es para ella, la vela de Sophie sigue ardiendo.

La historia de Sophie Germain no trata solo de matemáticas.
Se trata del costo del genio cuando el mundo no está listo para él.
Se trata de lo que se pierde cuando le dices a la mitad de la población que su brillantez no cuenta.

Piensa en cuántas Sophie Germain hemos perdido en la historia. Cuántas mentes brillantes apagadas porque no encajaban en la definición estrecha de quién tenía permitido pensar, descubrir, crear.
Cuántas velas se apagaron que nunca se volvieron a encender.

Pero la historia de Sophie también trata de algo más poderoso:
Determinación imparable.

Puedes quitarle las velas. Puedes quitarle la calefacción. Puedes quitarle el reconocimiento oficial, los puestos académicos, incluso su título legítimo en su certificado de defunción.
Pero no puedes quitar lo que demostró.
No puedes borrar lo que descubrió.
No puedes apagar la luz que encendió para todos los que vinieron después.

Hoy, las mujeres estudian matemáticas en todos los niveles. Ganan Medallas Fields. Dirigen departamentos. Resuelven problemas que definen nuestra era.
Se sostienen sobre los hombros de Sophie.

Cada ecuación que escriben, cada teorema que demuestran, cada problema que resuelven—es posible porque una niña en una habitación helada en París decidió que ninguna cantidad de desaliento la detendría.

Así que esto es lo que Sophie Germain nos enseña:
El genio no necesita permiso.
La brillantez no espera aprobación.
Y el “no” del mundo nunca es la última palabra—a menos que lo aceptes.

Sophie nunca lo aceptó.
Volvió a encender las velas. Cada una de las veces.
Y al hacerlo, encendió un fuego que arde hasta hoy.

La próxima vez que alguien te diga que no perteneces a un campo, que tus sueños son imposibles, que la gente “como tú” no hace ese tipo de cosas—
Recuerda a la niña en la habitación helada.
Recuerda que ella tenía todas las razones para rendirse y ninguna de las razones que tenemos hoy para continuar.
Y aun así siguió adelante.
No por reconocimiento. No por aceptación. Ni siquiera por calor.
Por las matemáticas mismas.
Por la pura e imparable alegría de comprender.

Sophie Germain murió sin los honores que merecía.
Pero aun así ganó.

Porque cada vez que un joven matemático—de cualquier género—resuelve un problema que el mundo dijo que era imposible…
La vela de Sophie sigue ardiendo.

Pues si...
05/11/2025

Pues si...

Lo estoy dando todo, de verdad. Hace dos años vivo arriba de una camioneta. Cruzo montañas, duermo frente al mar, y escribo como si la vida dependiera de eso. Porque para mí… depende.

No estoy vendiendo. No estoy “produciendo contenido”. No estoy pensando en algoritmos ni en tendencias. Estoy escribiendo para ser. Y eso, a veces, da miedo. El tipo de miedo que te avisa que estás apostando la vida de verdad. Que no hay plan B. Que si esto no vuela, te caés con tus sueños en la mano.

Escribí lo que nunca me animé a contar. Primero un cuento. Después otro. Y sin darme cuenta… una novela. Y ahí entendí qué significa ser escritor: no hice un libro. Hice un refugio.

Un lugar donde no entrás para escapar, entrás para encontrarte. Para dejar morir esa versión de vos que ya no te ayuda a ser quien sos. Y darle espacio a la que sí.

Hoy me levanto bancando el silencio. El vacío. Que nadie sepa lo que siento. No hay me gustas. No hay palabras. Los ahorros bajan. Y tengo que respirar hondo para no perder la fe. Para no perderme. Para no rendirme.

Pero sigo acá. Porque creo en esto. Creo en nosotros. Creo en la gente que sueña aunque tiemble, que arriesga aunque duela, que apuesta cuando nadie les asegura nada. Que no espera permiso para vivir su verdad. Que elige el camino aunque esté solo al principio.

Si estás en ese lugar, te abrazo. Si estás sosteniendo tu propio salto, te veo. No estás a solas en este abismo. Somos varios acá, con el corazón temblando y las alas abiertas.

Y si alguna vez dudás… acordate: los pocos que se animan a volar primero parecen locos, y al final, terminan siendo el ejemplo de todos. El faro de los que van perdidos. El sueño que despierta a los que todavía van dormidos.

Otoño.La posibilidad de renovar las hojas, utilizarlas como abono y florecer, renovado para una nueva primavera.Honra a ...
01/11/2025

Otoño.
La posibilidad de renovar las hojas, utilizarlas como abono y florecer, renovado para una nueva primavera.
Honra a la sabiduría de quienes nos dieron la vida viviendo todo tipo de experiencias.
Doy gracias, suelto y florezco sumando vuestra fuerza a la mía.

Tomar al padre no es un acto mental: es un movimiento interno que cambia la raíz y el rumbo de la vida. No se trata de e...
01/11/2025

Tomar al padre no es un acto mental: es un movimiento interno que cambia la raíz y el rumbo de la vida. No se trata de estar de acuerdo con él, ni de justificar sus ausencias o sus errores. Se trata de reconocer que su energía vive en ti, y que al negarla, es como si caminaras con la mitad del cuerpo dormido.

El padre representa el impulso hacia el mundo, la capacidad de avanzar, decidir y concretar. Es la fuerza que te empuja a salir del nido, cruzar fronteras, emprender caminos y abrirte a la vida. Es el eje que sostiene tu estructura cuando el mundo pide firmeza. Si lo rechazas, te cuesta poner límites, tomar decisiones, sostener tus proyectos. Si lo excluyes, quedas girando hacia adentro, sin dirección ni proyección.

Pero no es posible tomar al padre sin haber tomado primero a la madre, porque es ella quien abre o cierra el camino hacia él. Si la madre lo honra, el hijo puede acercarse. Si lo juzga, lo desvaloriza o lo combate, el hijo queda atrapado en una lealtad invisible que lo aleja de su propia fuerza. Muchas veces esa exclusión no es consciente: nace del dolor, del abandono o de historias no resueltas que se transmiten como una sombra.

Cuando el padre está ausente, no solo falta él: falta el permiso para avanzar. Falta la claridad mental, la fuerza para decidir, la paz para soltar lo que no corresponde. Entonces surgen síntomas: ansiedad, adicciones, relaciones que no prosperan, trabajos que no se concretan, proyectos que se sabotean. No porque falte capacidad, sino porque falta raíz.

Tomar al padre es aceptar que su historia también te habita. Que sus luces y sus sombras están en tu sangre. Que lo que juzgas en él, lo repites en ti. Que lo que admiras, también puedes encarnar. Es dejar de reclamar desde el niño y comenzar a actuar desde el adulto. Es dejar de esperar que él te dé lo que ahora puedes construir por ti mismo.

Cuando lo tomas, algo se ordena. No porque él cambie, sino porque tú dejas de pelear con lo que ya es. Y entonces aparece la claridad: la capacidad de poner límites sin culpa, de avanzar sin miedo, de elegir sin perderte, de sostener lo que inicias, de prosperar sin traicionar tus raíces.

Tomar al padre no es idealizarlo: es incluirlo. Es reconocer que sin él no estarías aquí. Que su semilla fue el inicio de tu camino. Que su energía, aunque incompleta o fragmentada, también te pertenece. Y que al tomarla, puedes convertirla en fuerza, presencia y propósito.

Cuando lo haces, no solo te liberas tú. También se liberan tus hijos, tus relaciones, tus proyectos. Porque ya no transmites la lucha, sino la integración. Ya no repites la exclusión, sino el permiso. Ya no vives dividido, sino entero.

Y entonces, el mundo deja de ser amenaza. Se vuelve un campo fértil. Porque cuando tomas al padre, recibes el impulso para habitar la vida: para salir, crear, decidir, prosperar. Para ser adulto. Para ser libre.

destacados

Sigue siendo escondido, minimizado, no contemplado.Duelos que quedan congelados y traspasan generaciones por la exclusió...
17/10/2025

Sigue siendo escondido, minimizado, no contemplado.
Duelos que quedan congelados y traspasan generaciones por la exclusión, incluso el no sentirse suficiente para traer al mundo esa vida, de no parar a llorar siquiera, de no contemplar el amor de sentir un hijo en el vientre.
Hay tanto dolor que se esconde, como si escondido no existiera.
Si sientes que no encuentras tu lugar en el mundo pregunta a tu madre, a tu abuela. Pregunta y dale su lugar, con amor. Para que cada cual pueda ocupar el suyo.
Y si has pasado por ello pide ayuda.❤️

https://www.facebook.com/share/179rfZfXTp/

16/10/2025

¿Qué opinas?

La ciencia suele "descubrir" lo que siempre se supo.Pena no poder copiar el texto.
10/10/2025

La ciencia suele "descubrir" lo que siempre se supo.
Pena no poder copiar el texto.

21.6K me gusta, 943 comentarios. "Lorsqu'une femme est enceinte, les cellules de son bébé migrent dans son sang, puis reviennent vers l’enfant. Ce phénomène, aussi mystérieux que bouleversant, porte un nom : la microchimérisme fœto-maternel. Pendant quarante et une semaines, ces cellules vo...

Imagina que en una familia hay alguien que fue olvidado, rechazado o simplemente nunca se habló de él: puede ser un abue...
07/10/2025

Imagina que en una familia hay alguien que fue olvidado, rechazado o simplemente nunca se habló de él: puede ser un abuelo que emigró y desapareció, una tía que no encajaba o un hermano que murió muy pronto. Aunque se intente borrar su existencia, en lo profundo del sistema familiar esa persona sigue siendo parte.

Cuando alguien queda “fuera del mapa”, las generaciones siguientes, sin darse cuenta, pueden cargar con esa ausencia. Un nieto o bisnieto podría repetir patrones, emociones o destinos que en realidad no son suyos, como si intentara darle un lugar a quien fue apartado. Es una especie de lealtad invisible: el alma familiar busca completarse, recordando lo que fue negado.

Por eso, reconocer y honrar a todos los que pertenecen, sin excluir a nadie, abre un espacio de alivio y libertad. Es como si al incluirlos, los descendientes quedaran más ligeros y pudieran vivir su propia vida en lugar de repetir la historia de otros.

¿Constelamos? 18 de octubre, presencial

02/10/2025
01/10/2025

«Si entras ahora en nuestro salón de clases, verás una bolsa colgada junto a la puerta. Esa bolsa contiene todo lo que nuestra clase lleva a la escuela y que consideramos problemas o cosas malas en nuestras vidas. Las cosas que nos distraen, nos entristecen o nos enojan.

Algo que he encontrado en común en cada conversación con los estudiantes sobre lo que les molesta es que cada uno cree que él o ella es el único que tiene un problema, una vida difícil, un problema familiar, sea lo que sea.

Así que hoy todos escribimos de manera anónima en un papel lo que pesaba en nuestros corazones, lo arrugamos y lo arrojamos dentro. Los mezclé y los estudiantes tuvieron que coger uno y leerlo en voz alta. No podía creer algunas de las cosas con las que tienen que lidiar en casa, y tampoco sus compañeros. Hubo muchas lágrimas, muchos abrazos, muchos “no tenía idea de que tanta gente también tuviera cosas difíciles con las que lidiar”.

El mensaje del proyecto, como les expliqué, es que nunca sabes el peso que las personas están cargando. Es muy importante recordarlo cuando interactuamos con los demás. Quería que vieran que no estaban solos y que tenían toda una clase de personas que podían comprender y apoyarlos.

Nuestras historias ahora cuelgan junto a nuestra puerta como un recordatorio de la “bolsa” que otros pueden estar cargando consigo.»
Historia de Kristen McCulloch~

90 minutos por semana...Syncronía.Ya llega!
25/09/2025

90 minutos por semana...
Syncronía.
Ya llega!

Dirección

Barrio Mos, 7
Moraña
36660

Horario de Apertura

Lunes 10:00 - 14:00
16:00 - 20:00
Martes 10:00 - 14:00
Miércoles 10:00 - 14:00
16:00 - 20:00
Jueves 10:00 - 14:00
16:00 - 20:30
Viernes 10:00 - 14:00
Sábado 10:00 - 14:00

Teléfono

+34620817079

Notificaciones

Sé el primero en enterarse y déjanos enviarle un correo electrónico cuando La Sala de María publique noticias y promociones. Su dirección de correo electrónico no se utilizará para ningún otro fin, y puede darse de baja en cualquier momento.

Contacto El Consultorio

Enviar un mensaje a La Sala de María:

Compartir

Share on Facebook Share on Twitter Share on LinkedIn
Share on Pinterest Share on Reddit Share via Email
Share on WhatsApp Share on Instagram Share on Telegram

La Sala... y María

Espacio para el Desarrollo y Crecimiento Personal. Espacio de Felicidad. Desde 1987 trabajando para el bienestar y el desarrollo de la salud física, emocional y espiritual, con una extensa y profunda formación.

María Tizado Riera:

Creadora de Sincronía: Sincronización Psico-corporal y emocional. Encontrar la coherencia entre lo que soy, lo que pienso, lo que hago y lo que siento, basada en las distintas formaciones a lo largo de mi vida. Y Sincronía para el embarazo y facilitación de parto

Creadora de 21 días agradeciendo. Una mirada nueva de la vida