08/11/2021
"La agresividad de ciertos individuos de nuestra etnia se aclara al saberse que ninguna verbalización procedente de la madre o del padre los inició en el hecho de que es el deseo el que está en el origen de su existencia. Casi siempre se enseña al niño que en el origen de su existencia hubo un funcionamiento del cuerpo, y no una opción deseante entre dos seres, ese deseo que crea la vida y el enigma de su propio ser.
Aunque no haya sido "programado", querido por sus progenitores, todo ser, por el hecho de que nace, ha deseado nacer. Y es preciso recibirlo así: "Has nacido de un deseo inconsciente... y, más aún por no haber sido conscientemente anhe lado, deseado por tus padres, y aquí te tenemos, vivo, por ello más eres sujeto de deseo. Eres tanto más sujeto de tu ser de deseo cuanto que no eras objeto de su espera durante su abrazo, cuanto que la concepción fue una sorpresa para tus padres, pero porque te permitieron llegar hasta el final." Este es el niño-deseo: él ha deseado nacer, mientras que sus padres no sabían que el deseaba surgir, él es deseo siempre, con frecuencia amor, "carnalizado". Cada ser humano es así verbo encarnado (exactamente lo que se dice de Jesucristo). En efecto, cada ser humano merece esta misma definición en el momento de su concepción.
Si no fue programado, hay menos posibilidad de que la madre se lo apropie y se identifique con él. En cualquier caso, el niño tuvo al menos tres semanas, cuando no de uno a dos meses (antes de que ella tuviera sus reglas siguientes) para ser un viviente solo conocido por él mismo, significante del deseo inconsciente de sus dos progenitores. Los niños que fueron deseados y concebidos después de una larga espera de sus padres, no tienen esa potencia vital de vida secreta a espaldas de todos, puesto que satisfacen el deseo de sus padres. El niño sorpresa, inesperado, es el prototipo del ser humano más rico por su pura dinámica vital, sin auxiliar en alerta al comienzo de su existencia."
*Francoise Dolto, "La causa de los niños".
Gracias Francisco Javier Díaz Rodríguez