11/11/2025
A veces, cuanto más intentamos no ser como nuestra madre, más nos alejamos de nosotras mismas.
Y sin darnos cuenta, ese intento desesperado por no repetir el pasado nos deja atrapadas en otro extremo: el miedo, la culpa, la autoexigencia.
El trauma no sanado no desaparece con la intención. Se proyecta.
En la forma en que reaccionamos ante el llanto, la rabia o la tristeza de nuestros hijos.
En cómo toleramos su independencia.
En cómo nos sentimos cuando no nos necesitan o cuando nos rechazan.
🔹 Si creciste con una madre controladora, puedes tender a ser permisiva por miedo a parecerte a ella.
🔹 Si tuviste una madre ausente, quizá te vuelques tanto que acabes agotada.
🔹 Si viviste con una madre crítica, puede que busques hacerlo todo “bien” para que nadie te juzgue.
La clave no está en huir de la historia, sino en integrarla.
Entender qué parte de ti aún intenta proteger a la niña que fuiste.
Y desde ahí, acompañar a tu hijo desde la calma, no desde la herida.
💚 Recuerda: tu historia influye, pero no determina el final.
Tu hijo no necesita una madre perfecta, sino una madre que tenga compasión con lo que lleva dentro.