26/09/2020
Cuidado en cómo deseamos las cosas.
¿Qué hace que cada uno de nosotros nazcamos en un lugar en concreto? Eso, determina nuestra vida. Ese lugar, tiene una situación socio-económica ya marcada. Nacemos en un sistema que nos va a dar unas oportunidades diferentes a las que tendríamos si naciésemos en otro lugar diferente. Por ejemplo, en el caso más extremo, ¿Qué hace que un niño nazca en el seno de una familia acomodada de Nueva York, y que otro nazca en el seno de una familia luchadora del África profunda? ¿Por qué a ese niño le ha tocado vivir una situación que, a simple vista, puede parecer más cómoda y confortable que la que le ha tocado al africano? ¿Por qué así y no al revés? Seguro que el Americano no va a tener que enfrentarse a las mismas situaciones que el africano.
Podríamos buscar la respuesta a esta cuestión en diferentes personas, culturas y religiones. Podríamos enfocar esta pregunta desde el extremo más empírico que pudiésemos adoptar hasta el extremo más filosófico, o incluso religioso. Sin embargo, podemos reunir todas esas respuestas, todas esas teorías y ninguna de ella dejaría satisfecha todas las posturas. Tanto si pensamos que es una cuestión de azar, en el sentido empírico; como si pensamos que se trata de una cuestión de Karma, o decisión celestial, no hay ninguna postura que deje satisfecha el resto de posturas. No hay una verdad absoluta.
Pensemos por un momento e intentemos imaginarnos que tenemos la capacidad de decidir en qué situación socio-económica queremos que nazca la próxima persona que vaya a nacer, o incluso, decidir en qué situación socio-económica nos hubiese gustado nacer si lo hubiésemos podido decidir. Quizá no todos coincidimos en lo mismo, pero lo que es seguro es que elegiríamos la mejor de las condiciones, independientemente de lo que cada uno considere por “mejores condiciones”. A esa persona, solo por haber nacido, y sin conocerla de nada, le hemos deseado que nazca en la mejor de las condiciones. Esa persona, todavía no ha tenido tiempo de hacer nada, pues ni siquiera ha nacido. Esa persona, todavía no ha hecho nada para merecerse que le pongamos a vivir en el mejor sitio. Esa persona se lo merece solo por haber nacido, por ser una persona, solo por SER.
Nos merecemos lo mejor y eso es algo que no solo nos olvidamos muchas veces sino que, además, muchas veces tenemos programado de manera inconsciente que hay cosas que no nos merecemos del todo, como si hubiese cosas para las que no somos lo suficientemente buenos o como si hubiese cosas a las que no vale la pena que aspiremos. Tenemos ese pensamiento tan arraigado que, sin darnos cuenta, nos limita y evitar situaciones que podría llevarnos a situaciones de abundancia, como si no nos la mereciéramos, olvidándonos de que no necesitamos habernos portado bien, o mal, en este mundo para merecernos lo mejor de todo el universo. Nuestra vida no puede cambiar si nos aferramos a que esto que tenemos es justo lo que nos merecemos o a lo que podemos aspirar.
Pensemos en lo que “deseamos” para sentirnos abundantes. Es probable que muchos coincidamos en algunas cosas, mientras otros lo hacen en otros y podamos así sacar unos estadísticos de cosas que comúnmente necesitamos para sentirnos abundantes. Y sin embargo, ¿Existiría algo común a todos? Si todos tuviésemos que elegir solo una cosa, ¿Existiría algo que elegiríamos todos? En el caso de ejemplo, ¿Elegirían lo mismo el niño americano y el africano?
Si deseamos algo, estamos fijándonos en una necesidad. Estamos centrando nuestra atención en una necesidad, una carencia, en algo que no está y que nos gustaría que estuviese. ¿Es ese deseo algo que necesitemos? ¿Necesitamos ese deseo? Es indiscutible que es bueno tener aquello que estamos deseando. Pero, ¿es bueno tener ese deseo? Estamos centrando la atención en una carencia dejando de lado el resto de cosas que, sin prestarle atención, sin tenerlas también estaríamos deseando tenerlas. Estamos dejando de lado nuestra abundancia. Estamos dejando de lado disfrutar y sentirnos agradecidos por nuestra abundancia con frustraciones y deseos. ¿Qué pasaría si nos dirigiésemos a los objetivos solo siendo consciente de que queremos conseguirlos, sin la NECESIDAD de conseguirlo? Puedes querer algo con todas tus fuerzas, pero cuando esperas conseguirlo sin la necesidad de tenerlo, no sufres mientras llega a tu vida.
Nos levantamos cada día para ir a trabajar para conseguir un dinero que aún no tenemos, ahorramos dinero para conseguir algo que aun no hemos comprado, poder ir a cenar a un sitio al que aún no hemos ido, estudiando para encontrar un trabajo que aún no tenemos… ¿Qué pasaría si, aunque solo fuesen 5 minutos al día, nos centramos en aquello por lo que sí somos abundantes? ¿Aunque solo sea un momento, a medida que nos vayamos acordando a lo largo del día, tomamos consciencia de las cosas por las que si somos abundantes y sentimos ese sentimiento de agradecimiento a la vida que nos nace? ¿Qué podría pasar?