03/12/2025
Tú que pareces fuerte, seguro o incluso superior por fuera, a menudo sientes un conflicto interno: por un lado, reconoces todo lo que has logrado y sientes mucho orgullo; por otro, por dentro te sientes pequeño, inferior, inseguro, con miedo a no ser suficiente.
Detrás de esa grandiosidad y de la necesidad constante de demostrar que vales, se esconde una vulnerabilidad que aún no has sanado.
Lo que parece superioridad muchas veces es solo un escudo que tu corazón levantó para protegerse del dolor y del miedo a no ser suficiente. Lo difícil de enfrentar ese dolor es que intentas taparlo con más y más logros, con demostrar constantemente que vales. Vas de meta en meta, y aun así nunca sientes suficiente satisfacción.
Es una forma de protegerte: si muestro que soy capaz, nadie verá lo que me duele. Por eso, esa grandiosidad que muestras no siempre es orgullo real; muchas veces es una coraza que se formó porque alguna vez te sentiste poco valorado, poco visto o no suficientemente bueno.
Cuando no expresas lo que sientes y creces creyendo que solo vales por lo que haces, acabas buscando reconocimiento para calmar ese vacío interior. Y aunque tengas muchos logros, el miedo sigue ahí si no sanas la herida.
En el fondo, no es superioridad: es un corazón que aprendió a defenderse.
Lo que puedes hacer para empezar a aliviarlo
1. Cuando sientas miedo, inseguridad o la necesidad de demostrar que eres “suficiente”, detente un momento y respira. Nota lo que sientes, sin juzgarte.
No necesitas arreglar nada ni demostrar nada. Solo sentirlo, entenderlo y aceptarlo. Esto ayuda a calmar la mente y dejar de exigirte tanto.
2. Muchas veces, esa presión que sientes se guarda en tu cuerpo: pecho, hombros, estómago…
Pon una mano allí y respira hacia esa zona, imaginando que con cada exhalación sueltas miedo, presión y necesidad de aparentar fortaleza.
Recuerda: para sanar hay que sentir. Huir de lo que sientes ya no te sirve; permitirte sentir, aunque sea incómodo, es lo que poco a poco libera la carga y alivia la inseguridad.
En pocas palabras: respira, siente, acepta y suelta.
Quiero que leas esto atentamente:
Has pasado por cosas que habrían destrozado a cualquiera.
Has estado solo en habitaciones donde nadie notaba tu dolor.
Has seguido sonriendo con el corazón cargado, solo para que los demás se sintieran cómodos.
Has sobrevivido días en los que pensaste que nunca volverías a levantarte…
Noches en las que tu mente no dejaba de dar vueltas, torturándote.
Momentos en los que la vida parecía demasiado pesada para soportarla.
Y, sin embargo… aquí estás. Más fuerte de lo que tú mismo/a crees.
Ya está bien. Ya has sufrido demasiado. Ahora te toca aprender a ser feliz, a vivir de verdad, no solo a sobrevivir.
Si necesitas apoyo, no estás solo/a, estoy aquí para acompañarte. No será siempre fácil, pero créeme, valdrá la pena.
Pide tu primera consulta con el siguiente link:
https://calendar.app.google/bWTgy3WHqer7zqwi7