03/11/2015
LA PRUEBA DE ESFUERZO EN DEPORTISTAS
A las 2h de competición en una media maratón (21km) llega al km20 un chico de 25 años arrastrando los pies y tambaleándose. Más que atleta parecía que volvía de juerga. Se sienta y apoyado en un árbol, me dice: “lo logré! Terminé mi primera media” No solo ignoraba que aún le quedaba 1km para acabar la carrera, sino que no recordaba en qué pueblo estaba, ni con quién había venido. Una de las ambulancias lo trasladó al Hospital y horas más tarde fue dado de alta con diagnóstico de FATIGA EXTREMA. No tuvo tanta suerte otro corredor que 1 hora antes, en el km11 cayó desplomado y murió en el acto. Ni la rápida intervención de mis compañeros, le pudo ayudar. MUERTE SUBITA de origen cardiaco fue el diagnóstico.
A los que corremos, se nos pone la piel de gallina ante estas noticias. Incluso nos habremos preguntado: ¿Y si me pasa a mi? Y en casa a muchos nos preguntan: ¿tanto entrenamiento, no será perjudicial?
OJO que quede claro que el ejercicio NO es perjudicial, pero es imprescindible que sepamos si tenemos alguna limitación para realizarlo. Y eso es imposible saberlo si no nos hacemos una prueba de esfuerzo, cuyo objetivo principal es evaluar la respuesta cardiovascular al ejercicio. Bien sabemos que la frecuencia cardiaca (FC) aumenta como respuesta a las necesidades que demanda el ejercicio, de tal forma que cuanto mayor esfuerzo hacemos, la FC aumenta más.
Pues en la prueba de esfuerzo no solo observamos la FC, sino parámetros como son el electrocardiograma (ECG) y la presión arterial (TA) imposibles de registrar tan solo con un pulsómetro. Las variaciones de estos parámetros pueden ser tanto fisiológicas (respuesta normal al ejercicio) como patológicas (respuesta anormal).
Para que se entienda mejor, os pongo un ejemplo que me pasó recientemente:
Días antes de la última edición de la muy conocida Caminata Matagalls Montserrat en Barcelona, le hice una revisión médico deportiva a un corredor de montaña que tenía previsto participar en ella. Con 48 años de edad y más de 15 años corriendo largas distancias nunca se había hecho una prueba de esfuerzo. Observé que en reposo todo era normal: la exploración física, la TA, inclusive el ECG. Sin embargo cuando le hice la prueba de esfuerzo y su FC subía más de 170ppm, presentaba alteraciones importantes en el ECG. Por lo que tomamos una doble decisión. Primero: su caso debía seguir siendo estudiado a fondo, por lo que lo remitimos a la Unidad de Arritmias del Hospital de Bellvitge. Segundo: ¿Podría participar en la marcha? Decidimos que sí, que lo haría con un pulsómetro y que controlaría sus pulsaciones para que no aumentaran más de 155 ppm. Y así fue. Como es una travesía no competitiva, la hizo sin problemas. Él ahora sigue corriendo, sigue disfrutando de la montaña y cuidando más que nunca no sobrepasar sus límites.
¿En qué consiste una adecuada prueba de esfuerzo? Consiste en realizar ejercicio, en una cinta de correr o en un cicloergómetro (bicicleta estática) a intensidades cada vez mayores. Si la prueba se hace a deportistas, debe ser hasta la máxima intensidad de ejercicio que el deportista tolere.
En esta prueba no se aumenta la velocidad o la pendiente de cualquier manera. Cada protocolo que usamos, ha sido validado adecuadamente, así es que gracias a la experiencia que tenemos y a las características del deporte del paciente, usamos uno u otro protocolo. Para el caso de los corredores de montaña, no aumentamos tanto la velocidad como lo hacemos para los corredores de asfalto o pista, quienes están acostumbrados a correr en llano y a mayores velocidades. Lo que hacemos es aumentar más que nada la pendiente.
No hace falta que alguien tenga dolor en el pecho, palpitaciones, desmayos, pulsaciones muy altas o muy bajas. Con esta prueba, nosotros somos capaces de diagnosticar patologías cardiacas que podrían poner en riesgo tu vida, aún sin tener ningún síntoma, pero si patrones en el ECG que en la ergometría reconocemos muy bien.
Por ello insistimos en la realización de revisiones médico deportivas que incluyan pruebas de esfuerzo. La Sociedad Española de Cardiología y FEMEDE (Federación Española de Medicina del Deporte), entre otras organizaciones de prestigio, recomiendan que en deportistas, están indicadas tanto en la sospecha de cardiopatía, como también en la valoración de su capacidad funcional. En otras palabras, para que cada corredor conozca su potencial físico y sepa cómo mejorarlo, cómo rendir mejor, cómo superar sus marcas.
Dr. Julio Romero Gonzales
Especialista en Medicina de la Educación Física y Deporte