06/11/2025
Lo peor no es la ansiedad.
Es el miedo a sentirla.
Cada vez que te tomas algo, te distraes o buscas “calmarte” rápido, la ansiedad aprende el truco:
solo tiene que volver para que corras otra vez.
Así que te propongo un experimento.
La próxima vez que notes esa tensión en el pecho, esa urgencia por hacer algo…
espera un minuto.
Solo uno.
No para sufrir.
Sino para mirar de frente.
Para comprobar que puedes sostenerlo.
Y que a veces lo que calma no es la pastilla… sino el minuto que te tomas antes.
En el entrenamiento de mindfulness y gestión emocional practicamos justo eso:
no huir, no luchar, no anestesiarte.
Solo quedarte.
Y ver cómo, cuando dejas de pelearte contigo, el cuerpo empieza a soltar.
Escribe MASTERCLASS y te envío una de regalo para que aprendas esto que te cuento.