12/12/2025
A veces, en la quietud de la noche, cuando el silencio se adueña de cada rincón, me encuentro pensando en ti, mi niña. No hace falta mucho para que tu imagen vuelva a mi mente, como si el tiempo no hubiera pasado, como si, por un momento, estuvieras aquí, a mi lado. Tu risa, tus palabras llenas de fuerza y ternura, la forma en que sabías hacer que todo pareciera más sencillo... Todo eso sigue vivo en mi memoria.
Aunque ya no te vea, y la distancia entre el mundo que compartíamos y el que ahora habitas sea infinita, siento que sigues aquí, acompañándome en cada paso. Tu ausencia no se mide en la falta de presencia, sino en el vacío que deja el no poder compartir tus sueños.
Hay días en que la tristeza me inunda, como un río que no sabe cómo calmarse, pero entonces una sonrisa llega a mi rostro, porque me doy cuenta de que te llevas contigo algo irremplazable, algo que jamás se desvanecerá: el cariño que me diste, la forma en que te enfrentaste a ese monstruo que te llevó consigo, lecciones de vida que, aunque ya no estás, sigue resonando en mi mente.
Te echo de menos, pero también te celebro, porque tu memoria sigue siendo una guía, una luz suave en la oscuridad, un impulso que me acompaña, incluso en tu ausencia.
Siempre mi niña, siempre tu VyDA.