05/11/2025
Sudán vive inmerso en un nuevo conflicto interno que se desató en la madrugada del 15 de abril de 2023, hace más de dos años y medio, sin que la sangrienta contienda parezca tener un final a corto plazo. Aunque ignorada por la mayor parte del mundo, la guerra civil de Sudán cuenta, no obstante, con intervención internacional: varios Estados proveen de apoyo militar a cada bando y se benefician del conflicto, anteponiendo sus intereses particulares a las pérdidas humanas y a la inestabilidad en la que se halla sumido el país africano.
Emiratos Árabes, Rusia, Estados Unidos, Francia, Egipto… Son múltiples los países con intereses geoestratégicos en este conflicto, y por el control de sus recursos como el petróleo y el oro.
En octubre de 2025, la milicia paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) tomó por asalto El Fasher, la capital del estado de Darfur Norte, que hasta entonces era el último bastión del Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) en esa región. Desde ese momento han sido documentados centenares e incluso miles de asesinatos de civiles — ejecuciones sumarias, redadas casa por casa, violencia sexual, ataques a hospitales — en lo que muchas organizaciones califican como “limpieza étnica” o genocidio. 
Uno de los casos más graves: en el hospital de maternidad Al-Saud de El Fasher se reportaron más de 460 mu***os entre pacientes y sus acompañantes, así como la detención de personal sanitario. 
Más de 12 millones de personas están desplazadas por el conflicto en Sudán y la crisis humanitaria es de las más graves del mundo. 
La ONU ha condenado los hechos y pedido protección para la población civil, aunque la intervención es limitada hasta ahora. 
Si esta masacre no se visibiliza, el sufrimiento continuará para miles de familias que lo han perdido todo.