12/01/2017
Se casó joven, como se casaban las mujeres de antes. Aquél guapo pretendiente se convertiría en su marido y después en el padre de sus hijos.
Trabajó mucho, como trabajaban las mujeres de antes. Procurando que no faltase nada a su familia. Se encargaba de las tareas domésticas, zurcía los pantalones que sus niños rompían jugando al palitroque, peinaba los enredones de la melena de su hija cuando volvía de jugar a la goma y cada noche preparaba el almuerzo para su marido que se despedía con un beso cuando se iba a trabajar antes que clarease el alba.
Tantas experiencias vividas, tantos años llevando una rutina que hacía con la satisfacción de ver felices a los suyos. Pasaron comuniones, enfermedades, problemas, sustos, alegrías, noticias, bodas...
Y quedaron solos otra vez, ella y el guapo pretendiente que ya lucía canas y marcadas arrugas de la edad. Como cada noche siguió preparando el almuerzo y él al despertar le daba un beso aunque no se fuera antes que clarease el alba.
Y quedó totalmente sola, el guapo pretendiente veía clarear el alba desde el cielo. Ella siempre fue una mujer fuerte, ignoraba las enfermedades y el cansancio, pero la soledad pudo con su lucidez y como cada noche siguió preparando el almuerzo.
Ahora no está sola, comparte hogar con otros ancianos que reviven historias a su lado, balbucean recuerdos, reciben visitas de hijos y nietos o dejan pasar el tiempo inmersos en sus pensamientos. Y como cada noche sigue preparando el almuerzo con la ilusión de ver a su guapo pretendiente despedirse con un beso antes que claree el alba.
Hay tantos abuelos como tiernas historias. hay tantas vivencias agrupadas en tan poco espacio. Museo de experiencias, de recuerdos, eso son las residencias de ancianos.
Lamentablemente sólo son noticia cuando algún desalmado desprecia o humilla a estas personas que solo necesitan un poco de atención y cariño.
Por eso quiero felicitar a estas heroínas que cada dia hacen lo indecible por ellos, porque les gusta, porque lo sienten...
-¿Qué guapo te has puesto esta noche?
-Es nuestro aniversario, la voy a llevar a bailar.
-Ooh.. ella tardará un poquito, pero vamos a poner música y bailamos mientras llega.
Y en brazos de uno de estos ángeles se dejó llevar por la música. Y bailó recordando las verbenas de su pueblo, las faldas de vuelo y los recogidos con florecitas en el pelo. Y su corazón latía con una sonrisa, cerraba los ojos, movía torpemente su cadera y alternaba pasitos que ap***s lo hacían girar.
-Estoy cansado, parece que se retrasa un poco.
-Tranquilo, échate un rato y cuando llegue te despierto.
Y su ángel lo acompañó del brazo hasta su dormitorio, le dio dos besos de buenas noches le aflojó el n**o de la corbata y con una sonrisa que ocultaba una enorme pena le pidió que descansase. Mañana será otro día.
Mi más sincera admiración por estas cuidadoras que con tanta sensibilidad hacen más llevadera la soledad de nuestros abuelos. Si existen ángeles entre nosotros, en las residencias de ancianos trabajan unos cuantos. Gracias por vuestra dedicación.