02/11/2025
te lo cuenta como nadie. Disfruten:
"CRÓNICA DEL TENORIO DE ADISTO: DIRECTO AL ASOMBRARIO
Ayer el teatro fue más que teatro. Ayer fue
espejo, redención, abrazo colectivo.
Anoche, Adisto nos enseñó que la verdadera discapacidad no está en la mente ni en el cuerpo, sino en la falta de fe en los demás.
Dicen que de todo se sale menos de Adisto. Porque cuando entras, ya no hay vuelta atrás. -Quizá la pureza es adictiva-. Y ayer, con la representación del Tenorio de Zorrilla, nos llevaron de cabeza al Asombrario: aquel rincón del alma donde guardamos el asombro, el encuentro entre lo visible y lo invisible, entre el yo y la palabra, entre la vida y su misterio.
Allí lo guardaremos los afortunados que asistimos a la última locura de Adisto.
La locura de Beni y su banda de superhéroes, y la complicidad de José María, el “Presi”, sospechoso habitual en estas lides.
Ayer, con su obra, nos cogieron de la pechera y nos zarandearon hasta que nos preguntamos a nosotros mismos: —“¿No será que los discapacitados somos nosotros?”
En teoría literaria y teatral, la barrera de la verosimilitud es el límite que separa lo que el espectador considera “creíble” dentro de una ficción. Si algo rompe esa barrera, el espectador deja de creer en la historia.
Pero aquí sucedió justo lo contrario: los chicos de Adisto rompieron esa barrera y, sin embargo, aumentaron la credibilidad emocional de un Tenorio irrepetible. Porque ellos no tienen la mejor dicción ni la mejor entonación, pero nos ofrecieron el mejor Tenorio de nuestras vidas; sin duda, el más sanador, el más valiente. Y, de tanto corazón y de tanta verdad, nos robaron alguna lágrima.
Mauri y su “No es verdad, ángel de amor…”; Mauri y el Don Juan con más capas que hayas visto; Laura, la más bella Doña Inés que uno haya podido imaginar; la bailaora y sus brazos en lo oscuro; “Si me das a elegir, me quedo contigo”; Roberto y su risa de ternura atronadora… En fin, todos, de la primera al último, hicieron saltar por los aires las barreras de la verosimilitud y nos dijeron a la cara: —“Entiendo que llores y que te asombres; pero te perdono. Sé que siempre me has infravalorado, me has compadecido, y acabo de demostrarte que te equivocabas, amigo.”
Y la segunda teoría se basa en que el espectador, para disfrutar de una obra de ficción, suspende voluntariamente su incredulidad. Es decir, acepta las reglas del juego teatral y se deja llevar. Pero ayer la suspensión fue una cornada de doble trayectoria.
Porque, por un lado, nos creímos a Mauri y a sus secuaces desde el primer minuto, y, por otro, ellos —los actores de Adisto— suspendieron también su propia incredulidad frente a un texto que, por su extensión y su lenguaje, parecería inabordable.
El resultado es que estos locos consiguieron crear una comunión escénica donde todos creímos a la vez y por igual.
Al interpretar Don Juan Tenorio, una obra inmensa —siete actos, 3.815 versos y tres siglos de representaciones; miles, quizá millones—, los chicos de Adisto no solo la han completado: la han re-creado. Ayer, además de conseguir un hito en la historia de Adisto, lo hicieron también para la historia del teatro torrentino.
Ayer jugaron con nosotros hasta desarmarnos. Primero, nos hicieron creer en Zorrilla y en la versión del Tenorio inclusivo; luego, nos hicieron creer que se habían aprendido de memoria los 3.815 versos; y después nos convencieron de que los milagros escénicos existen, cuando dos horas nos parecieron veinte minutos y nos vimos de pie, aplaudiendo y llorando.
Y Ayer también dinamitaron aquella cita que dice: “Lo hicieron porque no sabían que era imposible”. ¿Cómo que no lo sabían? Claro que lo sabían -la primera, Beni- pero aún así, lo hicieron. Boom.
Decodificando al “Presi” de Adisto, yo creo que su hazaña revela también la nuestra: descubrir que la verdadera discapacidad estaba en nuestra mirada, en nuestra falta de fe en ellos. Porque ellos no han roto la verosimilitud; la han devuelto a su forma más pura: la verdad en la boca y el corazón en la mano.
Y todo lo demás, es puro teatro. Incluso esa lágrima que me reconcilió con el mundo."