14/09/2020
www.romoe.es
Primero fumaba de fiesta. Luego estuve dos meses fumando cada día. Hasta que un día, por motivos que no vienen al caso, decidí dejarlo.
Al cabo de un tiempo, me di cuenta de que echaba de menos el acto de dar una calada y echar el humo. Muy de peli. Muy de ejecutiva o de persona interesante. Gracias películas por meternos eso en la cabeza.
Recordaba cuando al salir de los bares me echaba un cigarro. O, estando con los amigos tomando y picando algo, me encendía uno.
Así que, un día decidí fumar de nuevo, un cigarro. Le di una calada y conforme eché el humo me puse a toser.
Resulta que durante todo aquel tiempo alejada de la costumbre de fumar, había pasado a odiar el olor del tabaco. Es más, en esa única calada sentí todo lo malo del cigarro meterse en mí. Sentí ese sabor sucio y amargo. Pero sobre todo, el auténtico vacío. Me había “ayudado” tanto como ponerme detrás del tubo de escape de un camión.
Creía que me gustaría. Que sería como lo recordaba.
Solo sentí ganas de limpiarme la boca.
Cuando dejé de toser tiré el cigarro. Esa ha sido la última vez que le he dado una calada.
Ahí, aprendí tres cosas.
La primera, que muchas veces, las cosas que nos gustan no nos gustan por sí solas, sino porque les atribuimos una imagen, recuerdo, aspiración o satisfacción. Somos nosotrxs quien, atribuyéndoles características o relacionándolas con algo que nos gusta o nos falta, las volvemos un deseo.
La segunda y en línea con la anterior, que, hemos de saber con qué y con quién hacemos lo que con el tabaco: relacionar una sensación que nos gusta con aquello, para querer volver a eso.
Tenemos que ser capaces de deshacer esa relación artificial antes de darnos contra la realidad. Y saber, que lo que buscamos en eso, nunca lo encontraremos.
Es nuestra mente que idealiza, no la realidad. Por eso, al volver, nos terminará por decepcionar.
Y la tercera, que si somos capaces de tener por costumbre, desear o ir detrás de algo que nos hace daño, no nos beneficia, es vacío y nos hace siempre que volver a ello, eso no es gustar. Ni es amor en el caso de las personas. U ambición. A eso, se le llama dependencia.
Texto de