15/11/2025
“Yo no tengo ninguna herida con mis padres”
Una frase más frecuente de lo que parece.
Y también considero , una de las más inconscientes.
Joan Garriga dijo:
> “Nadie podría afirmar que no vivió ninguna herida en su historia con sus padres.”
Y se armó revuelo.
Muchos se rieron. Otros se sintieron atacados.
Otros dijeron: “¡No generalices!”, “¡Yo tuve una infancia feliz!”
💥 Pero el dolor no se mide por lo que tú recuerdas.
Se mide por lo que tu sistema tuvo que olvidar para poder sobrevivir.
Sucede qué las heridas con nuestros padres no son necesariamente traumas en forma de gritos, golpes o abandono.
A veces es más sutil.
A veces es lo que no pasó:
— la mirada que no llegó
— la palabra que no se dijo
— la expectativa que te impusieron sin que lo notaras
— el amor condicionado que te hizo pensar que debías “merecerlo”.
👉 A eso se refería para mi Garriga.
Y eso es lo que el modelo sistémico y transgeneracional llama lealtades invisibles: formas inconscientes de repetir, proteger o sustituir roles no resueltos en nuestro linaje.
🔍 Por eso, negar las heridas no es fuerza.
Es defensa. Es una estrategia afrontativa subliminal...
Y mientras más lo niegas, más actúa en tu sombra.
En tus vínculos, en tus decisiones, en tu cuerpo, en tus emociones.
🤲 No es para culpar. Es para mirar.
Porque mirar sana.
Y sanar no es hablar mal de tus padres, es hablar bien de ti mismo, sin quedarte atrapado en guiones heredados.
Si esta reflexión te incomoda,bienvenida, quizás ahí empieza la verdadera transformación. Aunque te enojes conmigo o con Joan
Edgardo Augusto Maidana