15/12/2025
Una noche, un hombre creyó distinguir en el suelo de su dormitorio la silueta de una serpiente. El terror lo paralizó. Se encogió en un rincón, con el corazón oprimido y la respiración contenida, incapaz de moverse o de intentar nada, temiendo que, al menor gesto, la criatura se lanzara sobre él.
Así pasó la noche entera, sin pegar ojo, atormentado por pensamientos cada vez más sombríos y por peligros que su mente no dejaba de inventar. Cada sombra parecía moverse, cada silencio anunciaba un ataque inminente.
Fue el primer rayo de sol, al colarse por la ventana con la llegada del alba, lo que lo liberó de su angustia. A la luz clara de la mañana descubrió, avergonzado y aliviado a la vez, que aquello que había tomado por una serpiente no era más que un simple trozo de cuerda, olvidado allí por descuido.