26/11/2025
A veces se dan por sentadas las emociones de los más pequeños. Pero cada gesto, cada enfado y cada lágrima hablan de algo más profundo: su mundo interior.
Cuando los niños y niñas no saben poner palabras a lo que sienten, esas emociones buscan salida de otras maneras: problemas de conducta, aislamiento, dificultades en el aprendizaje o incluso molestias físicas.
Ayudarles a nombrar sus emociones —alegría, tristeza, enfado, miedo, frustración— les da una herramienta poderosa para comprenderse, regularse y relacionarse mejor con los demás.
▶️ Mayor autoestima y autoconocimiento: Aprenden que todas sus emociones son válidas y que sentir no es un error, sino parte de crecer.
▶️ Mejores habilidades sociales: Desarrollan empatía, resuelven conflictos de forma más sana y construyen relaciones más positivas.
▶️ Más resiliencia: Entienden y afrontan las dificultades con una actitud más adaptativa, recuperándose mejor ante los retos.
▶️ Salud emocional a largo plazo: Expresar lo que sienten evita la acumulación de tensiones que, con el tiempo, pueden convertirse en ansiedad o tristeza profunda.
Cuando les enseñamos a expresar sus emociones, les regalamos una herramienta para toda la vida.
Acompañarlos en este aprendizaje es sembrar bienestar, equilibrio y salud emocional.