02/11/2025
EL ARTE DE MEJORAR LO QUE TOCAS
Por: Roberto Colín Nava
Hay una leyenda antigua que habla de un viajero que, al cruzar el desierto, se encontraba con un oasis. No plantaba árboles, pues no se quedaría para verlos crecer. No cavaba pozos, pues no bebería de ellos. En su lugar, su ritual era simple: podaba una rama seca, limpiaba la fuente de hojas caídas o arreglaba un tramo del cerco que protegía el lugar del viento. Al partir, el oasis quedaba un poco más ordenado, un poco más bello, un poco más acogedor para el siguiente peregrino. Este viajero anónimo entendía la esencia de una vida significativa: dejar cada lugar, cada momento, un poco mejor de como lo encontraste.
Esta filosofía no es un mandato grandioso reservado para héroes o santos; es el arte silencioso de la contribución discreta. La vida no nos pide que movamos montañas, sino que arreglemos el sendero que está a nuestro paso. Cada día, nos presentamos ante escenarios efímeros: una conversación, una habitación, un estado de ánimo ajeno, un rincón de la naturaleza. Somos, sin saberlo, jardineros temporales de esos espacios. La pregunta es: ¿los abandonamos marchitos, o los regamos con nuestra presencia?
Piensa en una conversación. Es un espacio intangible que se construye entre dos o más almas. Puedes entrar en ella como un huracán, dejando a tu paso palabras rotas y egos heridos. O puedes entrar como un arquitecto de puentes, tendiendo la mano de una palabra amable, escuchando de verdad, ofreciendo un cumpliento sincero o un consejo en el momento justo. No se trata de ganar la discusión, sino de enriquecer el intercambio. Al finalizar, la otra persona debería sentirse un poco más ligera, un poco más comprendida, un poco más vista. Has mejorado ese espacio invisible. Has sido un aporte.
Las relaciones son jardines que requieren cuidado constante. No se trata de grandes gestos épicos, sino de la paciente labor de quitar la maleza del resentimiento, regar con pequeños actos de servicio y podar con la honestidad gentil. A veces, tu aporte es simplemente recoger la basura emocional que otro dejó caer: un "lo siento" a tiempo, un "estoy aquí" en la oscuridad, un perdón que limpia el aire. Dejas esa relación más fuerte, más resiliente y más hermosa de lo que era antes de que tú llegaras.
Y, por supuesto, están los espacios físicos, la tierra que pisamos. Recoger tu basura en un parque no es solo una acción cívica; es un acto de reverencia. Es tu manera de decirle al mundo: "Eres valioso y te cuido". Barrer la entrada de tu casa, devolver el carrito del supermercado, dejar el baño público tan limpio como te gustaría encontrarlo... son los versos sueltos de un poema colectivo sobre el respeto. Son la semilla de un orden y una belleza que se extiende. Ese papel que no tiraste al suelo quizás inspire al que viene detrás a hacer lo mismo. Tu pequeño acto planta una bandera invisible que dice: "Aquí pasó alguien que se importó".
La vida es una cadena de eslabones momentáneos, y nosotros somos los eslabones. Heredamos un momento, una situación, un estado de las cosas, y se lo pasamos al siguiente. La grandeza de una vida no se mide por lo que acumuló, sino por lo que donó. No por el ruido que hizo, sino por la calma que sembró. No por los monumentos que edificó para sí misma, sino por los oasis que reparó para los demás.
Al final del camino, no nos preguntarán "¿Cuánto conseguiste?" sino "¿Qué mejoraste?". ¿Mejoraste el ánimo de un extraño con tu sonrisa? ¿Mejoraste un proyecto con tu esfuerzo? ¿Mejoraste un rincón del mundo con tu cuidado?
Sé como el viajero del oasis. Sé el artista de los detalles, el alquimista que transforma lo ordinario en extraordinario con la simple intención de ser un aporte. Porque al partir, lo único que realmente llevamos es la satisfacción silenciosa de saber que, en cada lugar que pisamos, en cada vida que tocamos, hubo un "antes" y un "después" de nuestro paso. Y el "después", por pequeño e insignificante que parezca, es siempre, siempre, un poco mejor.
Deja tu pequeño rincón del universo más brillante de como lo encontraste. Ese es el legado más profundo y duradero que cualquier ser humano puede aspirar a dejar.
EL AMOR ES TODO LO QUE EXISTE