04/11/2025
💬 “Infidelidades digitales”: cuando la pantalla parece más cerca que tu pareja
Las redes sociales nos conectan con amigos y familia, nos entretienen y hasta nos ofrecen comunidad. Pero también pueden abrir una grieta silenciosa en la relación: idealizar a alguien con quien chateamos, coquetear “un poquito”, compartir confidencias que dejamos de compartir en casa. Aunque no haya contacto físico, el vínculo puede resentirse. La mente hace lo suyo: completa vacíos, fantasea con “lo que podría ser”, compara lo real con lo imaginado y, sin darnos cuenta, desplazamos la intimidad del hogar hacia un chat. No es exageración: pensar constantemente en otra persona, buscar su validación y ocultar conversaciones ya son señales de alerta.
Si te reconoces en esto, respira: no eres “mala” ni “malo”; eres humano. La prevención comienza por nombrar lo que sucede.
Pregúntate con honestidad:
- ¿Qué busco en esa conversación que no estoy buscando en mi relación?
- ¿Cuándo empecé a ocultar, minimizar o justificar?
- ¿Cómo cambia mi ánimo cuando esa persona aparece o desaparece del chat?
La honestidad interna es el primer límite. El segundo es el acuerdo explícito con la pareja: definan juntos qué conductas online son aceptables y cuáles no. Los límites no son desconfianza; son cuidado.
Volver a casa —emocionalmente— implica reconectar con lo que sí vale la pena: conversaciones que no postergamos, tiempos de calidad sin pantallas, reparación si hubo ocultamientos. Di lo que sientes sin atacar: “Me noté idealizando a alguien y me preocupa lo que dice de nosotros. Quisiera que trabajemos en volver a acercarnos”. Acuerden hábitos sencillos: momentos diarios sin teléfono, una cita a la semana, reglas claras para redes (si algo se ocultaría, probablemente cruza un límite). Si ya hubo herida, la reparación exige verdad, responsabilidad y cambios observables: no promesas, sino prácticas.
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