27/10/2025
CINCO CENTAVOS DE QUESO: "LA EXTRAÑA MUJER QUE LLEGÓ A MI CASA A LA MEDIA NOCHE"
Se aproximan los dias, cuando la tradición oral dice que se abre un portal o dimensión, y es cuando se aparecen los mu***os y aparecidos.
Mi intención no es compararme con el gran Héctor Gaitán del programa radial "La Calle donde tú vives", que se transmitía por la desaparecida Ciros Musical, quien de fondo usaba el son "El Palmarcito Querido", y el ejecutante era el guitarrista quezalteco, Danilo Rivera.
El slogan de este programa era “Como me lo contaron te lo cuento porque todo cabe en lo posible”.
Y ahora que hablo de Don Héctor Gaitán, recuerdo que cada vez que escuchaba una de sus historias, se me ponía la carne de gallina, como decía el animador mexicano de televisión, el tocayo Raúl Velasco, en su programa “Siempre en Domingo”. Había un mi amigo que decía Siempre en lo mismo.
Así dijo una vez que la producción se hizo desde la ciudad Antigua Guatemala, Sacatepéquez, y vio nuestro ballet folclórico, también se quedó impresionado de nuestro cielo, que en ese entonces si era azul, porque no estaba contaminado.
Tampoco pretendo ser un historiador y folclorista como don Celso Lara. Hablando de don Héctor Gaitán y su “Calle Donde Tú Vives”; que después se transformó en libro y revista, “vienen a mi mente” recuerdos, como diría el abuelo del programa de televisión “Una Familia de 10”, que durante una campaña política invitaron a un programa radial a una señora, esposa de un candidato a la presidencia y le preguntaron ¿Qué opina de la Calle donde tú vives?, “un lugar con muchos árboles” contesto ella.
Después le preguntaron ¿qué opina del Señor Presidente”, “un señor que trabaja” expreso. No conocía el programa de Héctor Gaitán, menos la obra literaria de nuestro premio nobel, “Miguel Ángel Asturias”, alguien me dijo es que le hicieron mal la pregunta.
Hablando de “la Calle Donde Tú Vives”, salió una obra de teatro que le pusieron el nombre La “Calle Donde Tu Bebes”. Esa es otra historia.
LOS HECHOS DE LA EXTRAÑA MUJER:
Pues entrando al tema que quiero contarles; a mí no me lo contaron, yo lo viví en carne propia como decían antes, o como decía Evelio, alias el Primo, “esto que te voy a decir es puro cierto”, o como diría la ex vice presidenta de la República, Roxana Baldetti, “se los juro por la vida de mi madre que está muerta”.
No recuerdo el día ni la época, solo que en esa oportunidad al igual que en otras, nos acostamos a las siete de la noche, parecíamos gallinas, temprano nos íbamos a la cama, porque acostarse a las diez de la noche ya era desvelo, pues al día siguiente había que madrugar para realizar diferentes actividades.
Sino estoy mal era mi época de adolescente, vivíamos en el caserío El Mora, Pueblo Nuevo Viñas, Santa Rosa.
Nos fuimos a dormir, en un mismo cuarto nos quedábamos todos, mi mamá tenía una tiendita, donde la gente iba a pedir fiado y cuando tenían dinero compraban en otro lado, pero eso, ahí que quede.
Pasadas las horas se escucharon unos fuertes e insistentes toquidos que despertaron a todos, menos a mí que tenía un sueño pesado.
De la insistencia de los toquidos, uno de mis hermanos contestó: " A la gran P… " ¡Ya no se despacha!, fue entonces que la extraña mujer dijo “Me despacha cinco centavos de queso”.
Mi mamá al escuchar la respuesta tan poco cortés de mi hermano le dijo “cállate” y encendió una linterna para ver la hora, las agujas marcaban las doce de la noche.
Al no tener una respuesta, la mujer preguntó ¿Me van a despachar?, la extraña dama frotaba entre sus dedos unas monedas.
El Canelo, un perro que teníamos estaba llorando e intentando abrir la puerta para entrar, un silencio se hizo sentir en el ambiente, al no tener respuesta expresó ¿Me van a despachar?.
Unas veces hablaba como la hija de una vecina, otras como una señora del lugar, quienes a esa hora, de seguro estaban bien dormidas
Todos enmudecimos de miedo. Al no tener una respuesta afirmativa o negativa se alejó del lugar, frente a lo que era la tienda había una banqueta grande de concreto, donde se escucharon los pasos, al parecer calzaba unos zapatos de los llamados de aguja, los cuales si mal no recuerdo ya habían pasado de moda.
Aparte de eso, frente a mi casa había un camino con muchas piedras, ahora dicen que tiene concreto, donde ninguna dama podría andar con ese tipo de tacones, porque no se arriesgaría a fracturarse un pie.
Se dirigió a la parte norte del caserío por donde hay un riachuelo, el cual en época de verano se pasa de un brinco, pero en invierno causa destrozos, dio unos gritos desgarradores y sonó las manos, nunca logramos establecer quien era la extraña mujer que llego a comprar a la tienda de mi mamá a las doce de la noche, como dijo el Longe Moco “nadie sabe, nadie supo”.
Unos decían que era la llorona; aunque no gritó, otros que la siguanaba,” la verdad es que quien sabe” como diría Juan Chapín.
Dicen que la llorona es una mujer que abandonó a su hijo en el río y que cada vez que se escuchan sus gritos desgarradores es porque lo anda buscando. La Siguanaba es una mujer que tiene cara de caballo y se le aparece a los hombres enamorados.
Ambas ya casi no salen, porque ahora, casi en todos lados hay luz eléctrica y las pueden ver y la situación está muy peligrosa, ¡Hasta las pueden asaltar!
Desde esa oportunidad, siempre que veo un trozo de queso, me acuerdo de esa extraña mujer, que tocó en la tienda de mi mamá, durante una noche oscura, a eso de la media noche en mi recordada "Aldea El Mora".
Autor: Raul Quinteros Betancourt.
Periodista y Comunicador
Social