24/10/2025
El autocontrol no se posee, se construye a través del entrenamiento de respuestas alternativas ante contingencias conflictivas. En términos del análisis funcional, es el proceso mediante el cual un individuo modifica su ambiente o su conducta para alterar la probabilidad de otra respuesta futura.
Cuando una persona se enfrenta a una elección entre una consecuencia inmediata (reforzamiento a corto plazo) y una demorada (reforzamiento a largo plazo), la tendencia natural, producto de la historia de reforzamiento, es elegir lo inmediato. El trabajo terapéutico consiste en modificar esas contingencias, no en “aumentar fuerza de voluntad”.
Técnicas para moldear el autocontrol y la toma de decisiones:
1. Control de estímulos:
Se identifican y alteran estímulos discriminativos que evocan conductas impulsivas.
Ejemplo: una persona que gasta compulsivamente elimina las aplicaciones de compra y establece un tiempo mínimo de espera antes de decidir.
En sesión se entrena la discriminación de antecedentes: “¿qué señales suelen anticipar tu impulso?”.
2. Moldeamiento y reforzamiento diferencial:
El terapeuta refuerza microconductas orientadas al aplazamiento del refuerzo.
Ejemplo: si un paciente logra esperar 5 minutos antes de responder a un mensaje que lo activa emocionalmente, se refuerza verbalmente ese logro. Luego se amplía gradualmente el intervalo (principio de moldeamiento).
3. Economía de fichas o autorreforzamiento:
Se diseña un sistema donde la persona acumula reforzadores condicionados por mantener coherencia con sus metas.
Ejemplo: después de cada semana en que cumple con su plan de ejercicio o ahorro, gana puntos que luego se intercambian por un reforzador tangible o de autocuidado.
4. Entrenamiento en exposición y tolerancia emocional (DBT + ACT):
Se expone gradualmente al paciente al malestar que surge al demorar la gratificación, reforzando la conducta de permanecer en contacto con el disconfort.
Ejemplo: en lugar de evitar la ansiedad post-ruptura buscando distracciones compulsivas, se entrena a observar la sensación sin actuar, usando respiración diafragmática y etiquetado verbal (“esto es ansiedad, no peligro”).
5. Programas de reforzamiento intermitente y autoinstrucciones:
El terapeuta ayuda al paciente a internalizar reglas verbales (“esperar me acerca a mi meta”, “puedo actuar sin ceder al impulso”) y gradúa el reforzamiento para mantener la conducta bajo condiciones más naturales.
En la vida cotidiana:
Toma de decisiones: Una persona con dificultades para comprometerse laboralmente suele buscar gratificación inmediata (evitar tareas aburridas, procrastinar). En terapia se entrena el reconocimiento de antecedentes (“qué pasa justo antes de que empiece a evitar”), se interrumpe la cadena conductual y se introduce una respuesta alternativa funcional, como un minuto de respiración y dividir la tarea en unidades manejables.
Tolerancia a la frustración: Un adolescente que reacciona con ira ante límites paternos no necesita “calmarse”, sino aprender a identificar la función de su ira (evitación de malestar o búsqueda de control). En sesión se modela la pausa conductual: identificar la activación fisiológica, etiquetar emoción, y postergar la respuesta unos segundos antes de hablar.
El autocontrol no se enseña con sermones morales ni discursos motivacionales.
Se moldea paso a paso, entrenando la sensibilidad a las contingencias, el contacto con valores y la capacidad de elegir en presencia de malestar.
En otras palabras: no se trata de eliminar impulsos, sino de construir repertorios conductuales más amplios para responder a ellos.