14/09/2022
“Mi bebé duerme prendido al seno y quiero enseñarle a dormir solito”.
Este es un objetivo que comparte muchas madres que me consultan. Criar a un bebé no es todo lo que hacemos en el día. Tenemos que sostener la casa, preparar comida, criar otros hijos y, como si fuera poco, muchas debemos además responder al trabajo remunerado. Sí, agotador. Sí.
Como la comida no se hace sola ni la casa se limpia automáticamente, vamos pensando qué puede depender menos de nosotros. Y en varias ocasiones creemos (o queremos creer) que si nuestros hijos nos necesitaran menos, tendríamos más tiempo disponible y ellos serían, al fin, más independientes.
Empezamos incluso a creer que estamos haciendo las cosas mal, que “no puede ser” que necesiten estar tan pegados y que eso es culpa nuestra por no haberles enseñado a dormir solos. “Solos” no es solamente “solos en su cuna” o “solos en su cuarto” sino “solos, sin llamarnos”.
Pero dormir solos no es una hazaña ni un mérito ni un objetivo de crianza. Es una sobreadaptación moderna, muy nueva para la historia de la humanidad. Que los bebés y niños pequeños nos necesiten por la noche es un hecho biológico. Que las madres y los padres respondamos a esa necesidad es una conducta parental normal y es lo que hemos hecho durante toda la vida. Querer ir contra eso es frustrante, agotador y anti natural. No hubiéramos sobrevivido como especie si alguien hubiera pensado que era buena idea que los niños durmieran solos y sin hacer ningún ruido en toda la noche.
Pero no somos los hombres y las mujeres de las cavernas. Hoy tenemos obligaciones. Tenemos deseos también. Y, paradójicamente, los bebés siguen con las mismas necesidades que los bebés de las cavernas. ¡Qué difícil! No sé bien cómo se hace ni cómo lo logra cada familia. Pero no podemos comprar la idea de que nuestro bebé necesita ser más independiente para liberarnos un poco a nosotros y que ahí estará la solución a nuestro cansancio.
El bebé es dependiente porque no tiene otra forma de ser. El bebé ES en tanto que hay otro que le posibilita SER. Si no puede pensar, ni alimentarse, ni desplazarse, ni hablar como los adultos, ¿por qué esperar que duerma como los adultos? ...
Texto: Vanina Schoijett
Pintura: Madeline Donahue