Dalia Rodríguez Neuropsicóloga

Dalia Rodríguez Neuropsicóloga Escritora / Conferencista / Neuropsicóloga y Psicoterapeuta T.C.C. Escríbeme para tomar psicoterapia en línea. 🧠❤️‍🩹

06/11/2025

“La ansiedad no siempre se ve: a veces es un corazón que late como si corriera una maratón, pulmones que sienten que no entra aire, manos que tiemblan sin razón, y un cuerpo agotado por una batalla que nadie más puede ver.”

06/11/2025

Las heridas emocionales de la infancia, como el rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la injusticia (basado en el modelo de Lise Bourbeau), no solo afectan la salud mental, sino que también pueden sabotear la salud física a través del estrés crónico, el desarrollo de mecanismos de defensa perjudiciales y la somatización de emociones no gestionadas.
A continuación se detalla cómo cada una puede impactar negativamente en la salud:
*Como sabotea la salud cada una de las heridas ?
💔 1. Herida de Rechazo
Máscara: el huidizo
Emoción raíz: miedo a no existir o no ser aceptado
Efecto en la salud:
• Tiende a desconectarse del cuerpo; vive mucho “en la cabeza”, por lo que puede olvidar comer, dormir o cuidar de sí mismo.
• Problemas relacionados con la piel (porque es el límite con el mundo), alergias, trastornos alimenticios (querer desaparecer) o problemas respiratorios (como si “no tuviera derecho a ocupar espacio”).
• Energéticamente, su sistema inmunológico se debilita por la falta de autoafirmación.
Sabotaje: se rechaza a sí mismo, negando su cuerpo y sus necesidades.
Sanación: aprender a habitar su cuerpo y sentirse digno de estar aquí.
Afirmación: “Ocupo mi lugar en el mundo con amor.”
•Impacto mental: Genera una sensación de no tener derecho a existir, baja autoestima y miedo intenso a no ser suficiente o a ser invalidado. Esto puede llevar a un comportamiento esquizoide, de desapego, o a la búsqueda constante de aprobación externa.
•Impacto físico potencial: Puede manifestarse en un cuerpo más pequeño o frágil (como mecanismo para "ocupar menos espacio"), uso de ropa grande para no exponerse y fatiga, insomnio y ansiedad debido a un estado constante de alerta.
💔 2. Herida de Abandono
Máscara: el dependiente
Emoción raíz: miedo a estar solo o no ser sostenido
Efecto en la salud:
• Trastornos que expresan falta de apoyo o desnutrición emocional: cansancio crónico, depresión, problemas digestivos o metabólicos (no asimila lo que recibe).
• Dolores en la espalda baja o piernas, porque siente que no tiene base ni sostén.
• Puede enfermar para recibir atención o cariño inconscientemente.
Sabotaje: su cuerpo manifiesta el deseo inconsciente de ser cuidado.
Sanación: cultivar seguridad interna y confianza en su capacidad de sostenerse.
Afirmación: “Me sostengo con amor y confío en la vida.”
•Impacto mental: Provoca un miedo persistente a la soledad, dependencia emocional y dificultad para confiar o establecer límites sanos en las relaciones. La persona siente un vacío afectivo constante que intenta llenar externamente.
•Impacto físico potencial: El estrés crónico y la ansiedad por separación pueden elevar los niveles de cortisol (la hormona del estrés), lo que afecta al cerebro y puede manifestarse en fatiga, insomnio y un estado constante de alerta. La internalización del dolor puede llevar a la somatización.
💔 3. Herida de Humillación
Máscara: el masoquista
Emoción raíz: culpa y vergüenza
Efecto en la salud:
• Acumula tensión en el sistema digestivo y reproductor, porque reprime mucho placer.
• Problemas en la garganta (dificultad para expresarse sin culpa), sobrepeso (protección y castigo inconsciente), problemas de piel (vergüenza).
• El cuerpo refleja la carga de “me avergüenzo de ser quien soy”.
Sabotaje: el cuerpo se enferma para expiar culpas y “castigarse”.
Sanación: aceptar el placer, el merecimiento y la expresión libre.
Afirmación: “Honro mi cuerpo y merezco disfrutar sin culpa.”
•Impacto mental: Conduce a una autocrítica extrema, vergüenza constante y una percepción de sí mismo como menos digno o valioso. La persona puede desarrollar una personalidad dependiente y olvidarse de sus propias necesidades para complacer a los demás (masoquismo).
•Impacto físico potencial: La internalización de la rabia y el estrés puede generar problemas digestivos, tensión muscular crónica y, a largo plazo, enfermedades relacionadas con un sistema inmunológico debilitado por el estrés constante de no expresar emociones ni defenderse.
💔 4. Herida de Traición
Máscara: el controlador
Emoción raíz: desconfianza, miedo a perder el control
Efecto en la salud:
• Tensión muscular constante, rigidez en cuello, hombros y espalda.
•Impacto mental: Destruye la confianza en los demás y genera miedo, ira y una sensación de inseguridad e incertidumbre. Puede llevar a una hipervigilancia y síntomas similares al trastorno de estrés postraumático.
•Impacto físico potencial: La ira y la desconfianza constantes mantienen al cuerpo en un estado de lucha o huida permanente, lo que puede causar problemas cardiovasculares, insomnio, pensamientos intrusivos y tensión generalizada.
5.Herida de Injusticia
•Impacto mental: (Aunque no se cubrió directamente en los resultados, este es el patrón general para la quinta herida en el modelo de Lise Bourbeau). Conduce a la rigidez, el perfeccionismo y la incapacidad para delegar o confiar en el proceso natural de la vida. La persona se siente frustrada por la falta de equidad y puede volverse fría o exigente consigo misma y con los demás.
•Impacto físico potencial: La rigidez mental se refleja en el cuerpo, pudiendo causar problemas musculares, de espalda, migrañas y una tendencia a reprimir las emociones, lo que puede somatizarse en problemas de piel o relacionados con el control (como trastornos alimenticios).

"En resumen, el principal mecanismo de sabotaje de estas heridas es a través de la respuesta crónica al estrés, que altera el equilibrio hormonal y del sistema nervioso, lo que con el tiempo puede contribuir al desarrollo de diversas enfermedades físicas y mentales".

06/11/2025

🧠 Tu hijo no va a recordar cuántas veces lo corregiste... Va a recordar cómo lo hiciste sentir cada vez que se equivocó.

No olvidará la palabra que dijiste cuando lloraba.
Ni la mirada que pusiste cuando falló.
Ni el tono con el que hablaste de ti frente a él.

Eso —tu carácter, tus hábitos y tu forma de amar—
es la verdadera escuela emocional donde está creciendo.

No se trata de ser perfectos.
Se trata de ser conscientes de las huellas que dejamos en silencio.

📥 Guarda este carrusel si estás aprendiendo a criar desde la coherencia y no desde la culpa.
Porque lo que haces hoy...
será la voz con la que tu hijo se hable mañana.

Ya no me interesa revisar su celular.No me preocupa lo que esconde, ni las "amistades" que cultiva en sus redes sociales...
06/11/2025

Ya no me interesa revisar su celular.

No me preocupa lo que esconde, ni las "amistades" que cultiva en sus redes sociales como si fueran trofeos.

Una vez lo revisé... y encontré justo lo que temía.

Promesas vacías disfrazadas de amor eterno, risas escritas en madrugada, fotos que no eran para mí.

Y aun así, me quedé.

Por costumbre, por miedo, o por esa absurda esperanza de que cambiara.

Pero aprendí que quien oculta, repite.

Que quien miente una vez, perfecciona la técnica.

Y ahora... ahora prefiero que haga lo que quiera.

Que disfrute de sus conquistas virtuales, que alimente su ego con desconocidas que lo llaman "mi amor" sin saber que duerme en otra cama.

Ojalá tenga suerte y encuentre ahí, en ese mundo de filtros y mensajes instantáneos, al "amor de su vida".

Y que esa mujer le guste lo suficiente para que se atreva a irse.

Porque aquí ya no hay nada que salvar.

Lo perdió todo desde el primer mensaje que me ocultó.

Hoy me da igual si sonríe mirando su celular.

Yo sonrío también... pero porque sé que mientras él se entretiene mintiendo, yo estoy aprendiendo a vivir sin él.

Y cuando llegue el momento, no voy a avisar.

Me voy a ir como él me perdió: en silencio.

Y el único que se va a engañar... es él.

06/11/2025

Un día, mi esposo me hizo una pregunta tan sencilla que me dejó desconcertada.
Con la memoria y la inteligencia que tiene, era imposible que no supiera la respuesta.
Lo miré con sorpresa, y él, sonriendo, me dijo con voz tranquila unas palabras que nunca he olvidado:

— No me importa tanto la respuesta. Lo que quiero es escucharte. Quiero saber qué piensas, qué dirías tú. Eso nos hace sentir más cerca.
No necesito que me prepares comidas elaboradas, ni que planches mis camisas o hagas limpieza a fondo.
Solo te pido una cosa: háblame.
Platícame lo que piensas, lo que sientes, lo que se te ocurra. Hazme preguntas.

Y así lo hice.
Le hablaba. Le preguntaba. Escuchaba sus respuestas.

Han pasado muchos años y ahora sé, con toda certeza, que tenía razón.

La verdadera cercanía no se sostiene en las cenas perfectas ni en el deseo físico.
Existe mientras seguimos siendo interesantes el uno para el otro en las palabras, en las ideas, en las conversaciones.
Cuando se apaga el deseo de compartir o de escuchar, también se apaga el sentido de estar juntos.

¿Quieres conservar lo que tienen?
Hablen.
No controlen. No impongan.
Solo hablen y escúchense.

Durante gran parte de la historia, el matrimonio fue una transacción. Una alianza económica entre familias, una estrateg...
06/11/2025

Durante gran parte de la historia, el matrimonio fue una transacción. Una alianza económica entre familias, una estrategia para asegurar herencias, tierras o estabilidad social.

El amor no era el centro del vínculo, sino un beneficio eventual. La institución matrimonial nació para organizar el patrimonio, no los sentimientos.

Con la llegada del siglo XX y la expansión de las clases medias, el matrimonio comenzó a narrarse de otro modo.

Las revoluciones industriales, los movimientos sociales y la cultura transformaron esa alianza en un símbolo de libertad individual.

Casarse por amor se convirtió en un ideal moderno, asociado al progreso y al derecho a elegir. La promesa de felicidad compartida sustituyó al acuerdo entre familias.

Sin embargo, en el siglo XXI, esa narrativa enfrenta límites materiales. La estabilidad económica volvió a ser el punto de partida.

Tener educación, empleo, ahorros y vivienda son hoy condiciones previas para dar el “sí”. No porque el amor haya desaparecido, sino porque la estructura social condiciona la posibilidad de sostenerlo.

El ideal romántico persiste, pero sólo puede concretarse donde hay estabilidad.

Más que una tendencia inversa, es un retorno a la función original del matrimonio: una institución profundamente económica que refleja las jerarquías y desigualdades de cada época.

En sociedades donde la precariedad crece y la movilidad se reduce, el amor no desaparece, pero se reorganiza dentro de los márgenes que permite la estabilidad. El matrimonio sigue siendo el mismo contrato, solo cambió el contexto.

06/11/2025
Un estudio reciente de la Universidad de Columbia sugiere que los niños que cenan con su familia al menos cuatro veces a...
06/11/2025

Un estudio reciente de la Universidad de Columbia sugiere que los niños que cenan con su familia al menos cuatro veces a la semana tienden a tener un mejor rendimiento académico. Las comidas familiares regulares proporcionan oportunidades de comunicación, vinculación emocional y compromiso de los padres, lo que puede influir positivamente en los hábitos de aprendizaje de un niño. Estas comidas compartidas también crean rutinas estructuradas que promueven la disciplina y la consistencia en la vida diaria. Además, las cenas familiares ofrecen un ambiente de apoyo para discutir las tareas escolares y fomentar la curiosidad y el pensamiento crítico. En general, la práctica de comer juntos fortalece las habilidades sociales y cognitivas de los niños.

05/11/2025

LA IMPORTANCIA DE LA ABUELA /O EN LA VIDA DE UN NIETO O NIETA Y VICEVERSA.

Orchanski es un pediatra cordobés muy reconocido, y éste es un
artículo que publicó en uno de los diarios de Córdoba.
Los abuelos no sólo cuidan; son el tronco de la familia extendida, aportan algo que los padres no siempre vislumbran: pertenencia e
identidad.

En los últimos 50 años, nuestro estilo de vida familiar cambió drásticamente como consecuencia de un nuevo sistema de producción.

La inclusión de la mujer en el circuito laboral llevó a que ambos padres se ausenten del hogar por largos períodos creando como consecuencia el llamado “síndrome de la casa vacía”. El nuevo
paradigma implicó que muchos niños quedaran a cargo de personas ajena al hogar o en instituciones. Esta tercerización de la crianza se
extendió y naturalizó en muchos hogares. Algunos afortunados todavía pueden contar con sus abuelos para cubrir muchas tareas: la protección, los traslados, la alimentación, el descanso y hasta las consultas médicas.

Estos privilegiados chicos tienen padres de padres, y lo celebran eligiendo todos los apelativos posibles: abu, abuela/o nona/o bobe,
zeide, tata, yaya/o opi, oma, baba, abue, lala, babi, o por su nombre,
cuando la coquetería lo exige.
Los abuelos no sólo cuidan, son el tronco de la familia extendida, la que aporta algo que los padres no siempre vislumbran: pertenencia e
identidad, factores indispensables en los nuevos brotes.

La mayoría de los abuelos siente adoración por sus nietos. Es fácil ver que las fotos de los hijos van siendo reemplazadas por las de estos. Con esta señal, los padres descubren dos verdades: que no están solos en la tarea, y que han entrado en su madurez.

El abuelazgo constituye una forma contundente de comprender el paso del tiempo, de aceptar la edad y la esperable vejez. Lejos de apenarse, sienten al mismo tiempo otra certeza que supera a las anteriores: los nietos significan que es posible la inmortalidad.
Porque al ampliar la familia, ellos prolongan los rasgos, los gestos: extienden la vida. La batalla contra la finitud no está perdida, se ilusionan.

Los abuelos miran diferente.
Como suelen no ver bien, usan los ojos para otras cosas.

Para opinar, por ejemplo. O para recordar.
Como siempre están pensando en algo, se les humedece la mirada; a veces tienen miedo de no poder decir todo lo que quieren.
La mayoría tiene las manos suaves y las mueven con cuidado.

Aprendieron que un abrazo enseña más que toda una biblioteca.
Los abuelos tienen el tiempo que se les perdió a los padres; de alguna manera pudieron recuperarlo. Leen libros sin apuro o cuentan historias de cuando ellos eran chicos. Con cada palabra, las raíces se hacen más profundas; la identidad, más probable.
Los abuelos construyen infancias, en silencio y cada día.

Son incomparables cómplices de secretos.

Malcrían profesionalmente porque no tienen que dar cuenta a nadie de sus actos. Consideran, con autoridad, que la memoria es la capacidad
de olvidar algunas cosas. Por eso no recuerdan que las mismas gracias
de sus nietos las hicieron sus hijos. Pero entonces, no las veían, de tan preocupados que estaban por educarlos.

Algunos todavía saben jugar a cosas que no se enchufan.
Son personas expertas en disolver angustias cuando, por una discusión de los padres, el niño siente que el mundo se derrumba.

La comida que ellos sirven es la más rica; incluso la comprada.
Los abuelos huelen siempre a abuelo.

No es por el perfume que usan, ellos son así.

¿O no recordamos su aroma para siempre?
Los chicos que tienen abuelos están mucho más cerca de la felicidad.

Y cuando mueren, solo se hacen invisibles, pero siempre serán recordados y guardados en nuestro corazón.

05/11/2025

🥀 "En nuestras horas más oscuras,
no necesitamos consejos."
Lo que realmente necesitamos es el poder de la conexión humana:
una presencia tranquila, un toque suave, o el más pequeño gesto que nos recuerde que no estamos solos.
Estos actos de amor y solidaridad se convierten en el ancla que nos mantiene estables cuando la vida se siente abrumadora.
El dolor es una carga profundamente personal, y la adversidad es exclusivamente nuestra para afrontar, pero tu presencia silenciosa me dice que no tengo que enfrentarlo en aislamiento.
Es un recordatorio tranquilo de que no importa lo perdido que me sienta, sigo siendo digno de amor y conexión.
A veces, las palabras no son necesarias;
tu apoyo silencioso habla más fuerte que cualquier otra cosa.
El amor, en su forma más pura, tiene el poder de ayudarnos a redescubrirnos a nosotros mismos, incluso cuando olvidamos quienes somos.

Ernest Hemingway

05/11/2025

🧠 1. No, no es estrictamente necesario un cierre con la otra persona
Desde la psicología clínica, el cierre no depende del otro, sino del proceso interno de aceptar, elaborar y resignificar la pérdida.
Muchas veces, el deseo de “cerrar hablando” viene de la ilusión de que si el otro escucha, validará lo que vivimos o aliviará el dolor. Pero eso rara vez ocurre.
👉 El cierre real no necesita una audiencia, necesita conciencia:
cuando el paciente logra entender lo que pasó, lo que sintió, y lo que ya no quiere repetir, el ciclo se cierra internamente.

💔 2. Confrontar puede ser un acto valiente, pero no siempre es funcional
Depende desde qué emoción se hace:

Si lo hace desde la herida (rabia, injusticia, necesidad de ser entendida), la conversación puede reabrir el dolor y alimentar el apego.

Si lo hace desde la conciencia (ya procesó, no busca respuesta, solo poner límites o cerrar en paz), puede ser un acto de autonomía emocional.

👉 Ejemplo de confrontación sana:

“Solo quiero agradecer lo vivido y despedirme con claridad. No busco respuestas, solo paz.”

👉 Ejemplo de confrontación no sana:

“Necesito que sepas todo lo que me hiciste, y entender por qué lo hiciste.”

🌿 3. La intención define si es “correcto” o no
No se trata de si “debe” o “no debe” hacerlo, sino de para qué lo haría.
Preguntas que puedes explorar con ella:

¿Buscas sanar o demostrar algo?

¿Qué esperas obtener?

¿Qué pasaría si esa conversación no te da lo que imaginas?

¿Qué necesitas cerrar dentro de ti, más allá de lo que él diga?

Si sus respuestas muestran dependencia de la reacción del otro, no está lista aún.
Si sus respuestas apuntan a soltar o poner fin sin expectativa, puede ser un paso de integración.

✨ 4. En resumen

❌ No, no es necesario hacer el cierre directamente con la persona.

⚖️ Puede ser correcto si se hace desde un lugar emocionalmente regulado, sin expectativa ni deseo de reabrir vínculos.

✅ El cierre más profundo es interno: reconocer lo vivido, aceptar lo que no se puede cambiar y elegir avanzar con autocompasión.

Puedes decirle algo como:

“El cierre no siempre ocurre hablando con el otro. A veces ocurre cuando decides que no necesitas más explicaciones para entender lo que vales.”

¿Quieres que te ayude a elaborar una guía de preguntas terapéuticas para ayudarla a discernir si realmente está lista o no para ese cierre (tipo autorreflexión estructurada para sesión)?

05/11/2025

Sabías que la primera lección de amor que un niño recibe no proviene de los cuentos ni de las películas, sino del hogar donde crece?

Las investigaciones en neurociencia afectiva muestran que el cerebro del niño se moldea con las experiencias emocionales cotidianas. Antes de comprender palabras, el niño ya está leyendo el tono de voz, los gestos y las pausas de quienes lo rodean. Su sistema nervioso aprende lo que su cuerpo siente: calma o amenaza, conexión o distancia.

Por eso, el ejemplo que ve en sus padres se convierte en el molde invisible con el que aprenderá a construir sus vínculos y entender el mundo.

Un niño no solo escucha lo que se dice, sino cómo se dice. Cada mirada, cada silencio y cada gesto es una lección emocional en miniatura. Cuando mamá acaricia con ternura o papá contiene con paciencia, el cerebro infantil asocia el amor con seguridad. Pero cuando lo que percibe son gritos, indiferencia o abandono, el cuerpo aprende a vivir en alerta, creyendo que el amor duele o exige esfuerzo para merecerlo.

La psicología del apego lo explica con claridad: los vínculos tempranos se convierten en el mapa interno desde donde el niño interpretará todas sus relaciones futuras. Si aprendió que el amor es cuidado y presencia, crecerá confiando en los demás. Si aprendió que el amor es impredecible o distante, tenderá a repetir esos patrones, incluso sin darse cuenta.

Los hijos no nacen sabiendo amar. Aprenden observando. Guardan en su memoria emocional cada escena familiar, cada disculpa sincera, cada reconciliación o cada indiferencia.

Y un día, cuando amen, educan o discutan, descubrirán —a veces con sorpresa— que se parecen más de lo que pensaban a aquello que vivieron. Porque la verdadera educación emocional no se transmite con discursos, sino con coherencia.

Nos miran cuando discutimos, cuando pedimos perdón, cuando elegimos callar, cuando abrazamos.

Y aunque parezca que no entienden, su cuerpo sí lo registra: el ritmo de la respiración, el tono del ambiente, la forma en que el afecto se sostiene o se retira. Cada gesto queda tatuado en la memoria somática, esa parte del recuerdo que no se piensa, pero se siente.

Esta publicación es con fines de reflexión.

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¡Soy Dalia Rodrìguez Neuropsicòloga! IG:@neuropsicologadalia.

Me llamo Dalia, soy Licenciada en Psicología Clínica con maestrìas en Neuropsicologia Infantil , y Psicomotricidad, con diplomado en trastornos de la comunicación y del lenguaje, certificada en Terapia de Integración Sensorial, y discapacidad. Atiendo problemas del neurodesarrollo, neuro-rehabilitaciòn, problemas de aprendizaje, TEA, TDAH, Síndrome de Down, entre otros, realizo evaluaciónes y diagnostico desde bebés hasta adultos. Tratamos distintos trastornos desde simples hasta severos. Recibe atención especializada y de calidad.

¿Que es la neuropsicología?

Es una disciplina dentro del campo de las Neurociencias que estudia la relación entre la conducta y el cerebro, entendiendo este último como el conjunto de funciones cognitivas que nos permiten funcionar en nuestro día a día.

Entre los principales procesos cognitivos encontramos la memoria (clasificada según corto o largo plazo, declarativa o procedimental, verbal o visual, etc.), la atención (sostenida, selectiva, focalizada), funciones ejecutivas (englobando procesos como la flexibilidad cognitiva, planificación, resolución de problemas, etc.), habilidad visoespacial (definida como la capacidad para representar, analizar y manipular un objeto mentalmente), el lenguaje, la velocidad de procesamiento (que establece la relación entre la ejecución cognitiva y el tiempo invertido en realizar una tarea) o la lectura y escritura, entre otras.