24/03/2019
Excelente fin de semana🙏
"Glucosa alta"
Don Pillo y Doña Mercedes son una pareja con más de cincuenta años de casados, ellos acuden a consulta siempre juntos cada mes, puntuales. No es falta de caballerosidad, pero quien pasa primero conmigo es don Pillo, y escucha muy atento mis recomendaciones sobre cómo llevar una vida normal a pesar de tener diabetes mellitus tipo dos e hipertensión.
Esta inseparable pareja, además de padecer las mismas cronicidades, tienen la misma talla, un metro con cincuenta y cuatro centímetros, el mismo peso, sesenta kilogramos, y la misma edad, setenta y siete años. No nacieron el mismo día, pero sus cumpleaños son en el mismo mes. Toman los mismos antihipertensivos e hipoglucemiantes a la misma hora, y yo me atrevería a pronosticar un empate en cuanto a la cantidad de cariño que siente uno por el otro.
Siempre que termino de valorar a doña Mercedes, ella me pregunta cómo salió su esposo en cuanto a presión arterial, peso, nivel de glucosa capilar; desde luego en sus palabras. Ella, las últimas veces de consulta se había quedado tranquila, porque la somatometría, vitalografía y el resultado de la glucosa en ambos era similar. En su más reciente control, sin embargo, de ciento treinta a ciento cincuenta miligramos sobre decilitros de glucosa en ayuno que solía tener don Pillo, ahora había ascendido hasta trecientos ochenta.
Para mí siempre es muy importante que mis pacientes entiendan, por lo menos a grandes rasgos, de qué se trata su enfermedad. Doña Mercedes y don Pillo no sabían casi nada sobre lo que nosotros llamamos fisiopatología del padecimiento. Finalmente, más ella que él, entendieron dónde surgía el problema de los niveles altos de glucosa en la sangre. Ella me preguntó si eran posibles los trasplantes de páncreas. Cuando doña Mercedes me hizo la pregunta sobre cómo habían salido los resultados de su esposo, le hice saber del descontrol en el nivel de azúcar, tragó saliva bruscamente y los ojos se le desbordaron por exceso de lágrimas.
Mis recomendaciones fueron muchas, enfocadas en el apoyo que ella debería darle a don Pillo en cuanto a su dieta, el ejercicio, la toma puntual de sus medicamentos y todo aquello que fuera necesario para lograr estabilizar nuevamente sus niveles de glicemia.
–¿Qué cree, doña Mercedes, que sería bueno recalcarle a don Pillo para que ustedes vuelvan a estar igual en todo?
–Doctor, ¿me hace un favor? –dijo doña Mercedes ya sin lágrimas acumuladas y con gesto decidido. –Ahorita que le pregunte mi esposo cómo salí yo, dígale que también se me subió el azúcar, para que no se vaya a sentir solo.
Francisco Javier Paniawa