04/12/2025
Todos cometemos errores, pero no todos reaccionamos igual ante ellos. Algunas personas se castigan, se insultan o se hunden en la culpa; otras, en cambio, se permiten aprender y seguir adelante con amabilidad. La diferencia no está en la cantidad de errores que cometemos, sino en la forma en que nos tratamos cuando las cosas no salen como esperábamos.
Cómo te hablas en los momentos difíciles muestra si tu bienestar emocional se sostiene en la autoexigencia o en la autocompasión. Si tu voz interna es cruel, crítica o impaciente, probablemente estás repitiendo patrones de dureza que aprendiste para sobrevivir. Pero cuando aprendes a hablarte con respeto incluso en el fracaso, estás sanando. Estás construyendo una relación interna más segura, donde no necesitas ser perfecto para sentirte digno de cariño o de calma.
Además, la manera en que te hablas cuando fallas impacta directamente en tu capacidad de levantarte. La autocrítica te paraliza; la comprensión te impulsa. Por eso, cuidar tu salud mental no solo se trata de lo que haces por fuera —ir a terapia, descansar o meditar—, sino también de cómo te acompañas por dentro. La verdadera fortaleza no está en no caer, sino en saberte hablar con ternura cuando lo haces.