01/12/2025
Anoche, mientras preparaba todo para el día siguiente, volvió a aparecer ese viejo diálogo interno. Mañana tengo una actividad que llevo dos años posponiendo. Algo que he deseado hacer, algo que me emociona… pero que siempre terminaba quedándose al final de la lista.
Siempre había un “todavía no estoy lista”.
Siempre había algo “más importante”.
Más trabajo, más pendientes, más responsabilidades.
Y hoy, otra vez, pensé en cancelarlo para avanzar tareas del doctorado o atender cosas de casa.
Pero entonces apareció esa parte de mí que llevo tiempo fortaleciendo…
mi voz saludable.
Esa voz que con calma, pero con firmeza, me dijo:
“No lo hagas.
No puedes seguir poniendo pausa a lo que deseas.
Los pendientes nunca se van a acabar.
La vida no se detiene… ¿por qué tú sí?”
Y me quedé pensando:
¿Qué pasa con la plenitud cuando siempre aplazamos lo que nos hace bien?
¿Qué parte de nosotras se va apagando cuando decidimos postergar nuestros propios deseos “para después”?
¿En qué momento empezamos a creer que nuestros sueños pueden esperar indefinidamente, mientras todo lo demás corre como prioridad?
La verdad es que siempre habrá más tareas, más trabajo, más cosas por resolver.
Pero tu deseo, tu ilusión, tu proyecto personal… también merecen un espacio real en tu vida.
A veces no posponemos por falta de tiempo, sino por esa mezcla de miedo, autoexigencia y la creencia de que tenemos que “merecer” primero cumplir lo que nos hace felices.
Hoy decidí escucharme.
Y recordarme que mi vida no solo está hecha de pendientes, sino también de elecciones que alimentan mi bienestar.
Ojalá tú también puedas hacer un pequeño lugar esta semana para eso que llevas tiempo posponiendo,
eso que te late en el pecho,
eso que te conecta contigo.
Porque la plenitud no llega cuando terminas todo.
Llega cuando eliges, incluso con pendientes,
lo que te hace sentir viva. ✨🌿