24/11/2025
Cada encuentro, cada pausa, cada giro inesperado forma parte de un tejido mayor que opera con precisión silenciosa. La vida no se mueve sin dirección; impulsa procesos internos, revela verdades ocultas, depura lo que ya no corresponde, abre caminos que aún no imaginamos.
Cuando comprendemos que existe un orden superior detrás de cada suceso, el corazón se aquieta. Lo que antes parecía confuso adquiere forma. Lo que dolía se convierte en comprensión. Lo que inquietaba se vuelve guía. No existe pérdida sin propósito ni cruce sin enseñanza. Todo acontecimiento impulsa crecimiento interior, fortalece la conciencia, prepara el terreno para experiencias más amplias.
Aceptar este orden libera. Permite avanzar con serenidad, confiando en que cada pieza está colocada en su exacto lugar, incluso cuando la mente aún no logra verlo. La vida siempre sabe hacia dónde conduce.