04/11/2025
Mientras tanto en el otro lado del mundo
En las montañas de Colletto Fava, en la región del Piamonte, Italia 🇮🇹, existió alguna vez un colosal conejo rosado de más de 60 metros llamado Hase, una instalación del colectivo artístico austriaco Gelitin, creada en 2005.
El enorme peluche, hecho con tela resistente al agua y relleno de paja, invitaba a los visitantes a subirse sobre él, recorrerlo o simplemente descansar en sus brazos. Parecía un juguete olvidado por un gigante, colocado intencionalmente en medio del paisaje alpino.
Su esencia iba más allá de lo visual: representaba la conexión entre el arte efímero y la naturaleza, pues sus creadores quisieron que el conejo se deshiciera poco a poco, dejando que el entorno lo absorbiera.
Con el paso del tiempo, la lluvia, la nieve y el viento cumplieron ese propósito. Para 2016, su figura ya se desvanecía, y hoy solo quedan rastros entre la hierba.
El gran Hase terminó convirtiéndose en un símbolo de lo pasajero, un recordatorio de que todo incluso las obras más imponentes está destinado a transformarse y volver a la tierra.