12/11/2025
✈️ Era su vuelo. Pero llegó con diez minutos de retraso. Jueves 12 de junio de 2025.
El vuelo de Air India AI171 estaba listo para despegar de Ahmedabad con destino a Londres. A bordo, 242 personas. Familias, estudiantes, médicos, niños... vidas enteras, sueños, esperanzas.
Entre los pasajeros esperados, también estaba Bhumi Chauhan, de 28 años, una estudiante británica. Tenía el asiento asignado: 36G. Pero ese día, el tráfico en la ciudad era una pesadilla. Códigos infinitos, cláxones, semáforos locos. Bhumi llegaba tarde.
Llegó a la puerta diez minutos después del cierre del embarque.
Lloró, imploró, se desesperó. Pero las reglas eran claras: El vuelo ya estaba en la pista. Nadie podía subir más.
Con lágrimas en los ojos, se sentó en un bar del aeropuerto. Pidió un té. Hizo una llamada nerviosa a su agente de viajes. Luego, de repente, los teléfonos empezaron a sonar.
Notificaciones, mensajes, miradas atónitas.
El vuelo AI171... se había estrellado.
Había pasado menos de un minuto desde el despegue. Solo 28 segundos.
El avión, un Boeing 787-8 Dreamliner, había perdido potencia en ambos motores. En la cabina, el comandante Sumeet Sabharwal había lanzado un desesperado Mayday:
«Mayday... sin empuje, perdiendo potencia, incapaz de elevarse...»
Pocos instantes después, la aeronave impactó contra un edificio residencial cerca de una facultad de medicina. Una explosión. Una bola de fuego.
241 mu***os. Un solo superviviente.
Bhumi estaba viva.
Porque había llegado tarde.
Hoy cuenta su historia con voz delgada:
Ese día pensé que el mundo me estaba castigando. Y en cambio... me estaba protegiendo. Hay algo más grande. Yo... simplemente, no debía estar en ese avión.
🕊️ A veces, lo que nos parece una desgracia es una bendición disfrazada.
Cuando te sientas frustrado por un retraso, una puerta cerrada, un plan que fracasa... respira.
Quizás no sea un obstáculo.
Quizás sea protección.
Aunque no lo entiendas de inmediato.
Aunque duela.
Quizás estés exactamente donde la vida quiere que estés.