22/10/2025
CUANDO EL DOLOR APAGA LA MIRADA...
He visto desde el corazón cómo el dolor se asoma en los ojos antes que en las palabras...en los momentos de duelo, la mirada cambia: pierde ese brillo que antes hablaba de vida, de proyectos, de presencia. Es como si el alma, agotada, se refugiara en silencio detrás de los párpados.
Los ojos, que suelen reflejar la chispa del encuentro y la esperanza, se vuelven opacos, quietos… No porque dejen de ver, sino porque están ocupados mirando hacia adentro, tratando de comprender lo que duele, buscando sentido entre la ausencia y el recuerdo.
Ese brillo perdido no es debilidad: es señal de que el corazón está procesando una herida profunda.
Pero el brillo puede volver. Lo he visto también.
Vuelve cuando la persona se permite llorar, cuando elige recordar sin romperse, cuando empieza a respirar distinto y a mirar de nuevo el mundo sin miedo.
Entonces, poco a poco, los ojos recuperan su luz.
No es el mismo brillo de antes —es uno más suave, más sabio—, el que nace cuando el alma ha aprendido que incluso después del dolor, la vida sigue teniendo motivos para mirarse con ternura.
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