18/10/2025
Hace tiempo escribí este texto, hoy tengo 3 libros llenos de letras, de historias, llenos de amor y uno por comenzar❤️
Puedo empezar diciendo: Desde que tengo uso de razón, pero no fue así. Desde que empecé a desarrollar mi conciencia (en la prepa, más o menos), me fui convirtiendo en una especie de doctora corazón en mi entorno. En ese entonces yo tenía en mi mente estudiar ciencias de la comunicación porqué me apasionaban (como hasta hoy) la radio y los micrófonos y solía pensar que eso hacía un comunicólogo.
Recuerdo que en una clase alguien me dijo: "Hay Marthita pero tu tienes más finta de Psicóloga".
Bueno. No se como pero llegó un momento en el que amigos y conocidos se acercaban a contarme: victorias, problemas y rupturas sentimentales.
Yo hasta los 17 años no había tenido algún novio, pero ahí estaba, muy ufana, brindándoles mis palabras más rebuscadas y mis consejos en el amor.
Recuerdo con mucha precisión una situación que se dio en la escuela, en donde todos los involucrados acudieron a mí y de manera independiente para contarme su versión de los hechos. No sabía como procesar tanta información, toda tan distinta como válida, pero 2 cosas me quedaron claras aquella mañana:
1• Cada uno me expresaba su verdad desde su historia de vida, desde su perspectiva y eso lo habría de respetar y
2• Por la razón que sea, esas 4 personas confiaban en mí. En que mi intervención (verbal, por supuesto) podía ayudarles en algo.
Me gustaba pensar que podía aportar positivamente.
En esos tiempos, existieron también algunos más atrevidos y a quienes mis solos consejos no los tranquilizaban por completo. Recuerdo perfectamente al primer valiente cuando me dijo:
"Mira, ¿que te parece si mejor, todo eso que me estás diciendo se lo escribo? Hazme una carta para mi novia"
-No sé, nunca he hecho una carta para alguien que no conozco, o que no conozco lo suficiente al menos.
- No creo que sea tan difícil para ti. Ándale. Aparte si la conoces.
-La he visto 2 veces, eso no es conocer a alguien.
-Si es....
(Hay y sigue siendo tan persuasivo 🤣🤣)
Al verme dudar, culminó con mucho entusiasmo:
"Por supuesto que yo la pasaré con mi letra, yo te voy a contar de ella, sobre lo que siento y entonces tú, traduces la historia: Haces magia".
En ese momento tuve una charla interna conmigo misma y me dije: “Tu no tendrás por lo pronto tiempo para el amor, estarás muy ocupada ayudando a tus amigos de la preparatoria”.
Por el afecto que hasta hoy le siento a mí aún amigo y por mi gusto por redactar, no me negué. No se si hice magia, de lo que si estoy segura es de que ese Romeo y su Julieta, quedaron felices con el resultado. Claro que hice más cartas, mi amigo no era el mejor aliado de la discreción. Y pronto se corría el rumor de que yo, no nomás daba consejos: "TAMBIÉN HACÍA CARTAS".
Tuve que interrumpir esa actividad cuando una de mis mejores amigas me dijo:
"Martha, tu le hiciste la carta a..... “n” persona que me dio el 14 de febrero, ¿verdad? Y no te atrevas a decirme que no, conozco muy bien las palabras que usas, además nisiquiera las pasó con su letra".
Pasado los semestres, la vida con su dureza y con su amabilidad me hizo enfrentarme a una importante decisión y elegí la carrera de Psicología. Decidí también que ya había tiempo para el amor y me lancé a algunas sanas travesías. Desde luego no todas mis elecciones sentimentales fueron exitosos aciertos. Durante mi andar, tuve también que buscar a mis propias Psicólogas de cabecera, muchas estudiaban conmigo, otras estudiaban diseño gráfico, educación, medicina, comercio internacional, hubo grandes lecciones con alumnos de la vida y aunque estudiaron otra carrera tenían siempre la palabra indicada para mí, a la fecha siguen siendo mis eternas consejeras. Otras son guerreras de mi familia, mi madre, mi abuela, mis tías y primas. No a todas les conocí el rostro puesto que muchas fueron escritoras, cantantes, poetas. A todas ellas, les agradezco su paso por mi vida ya que me regalaron lo más valioso del mundo que fue su tiempo. A quienes permanecen gracias infinitas y a las que no, con el corazón les he deseado buen viaje.
Hoy por hoy me siento completa y agradecida. No estoy exenta de equivocarme ni de sufrir y eso me agrada. Me gusta saberme humana, porque me gusta saborear el dolor que enseña, que hace crecer, me gusta el dolor que impulsa y que me ha inspirado a escribir tantas veces. Me gusta vencer, venciendome y por supuesto que disfruto enormemente esas victorias.
Mi vida no es en absoluto perfecta, pero con todos sus matices es hermosa.
Soy una mujer que aún conserva su capacidad de asombro, una mujer tan dramática como intensa; me gusta llorar y reír de verdad. Soy una mujer a la que le maravillan los pequeños detalles: un té en la madrugada mientras leo un libro, una pluma y mi cuaderno para escribir, no necesito de mucho para ser feliz.
Soy una profesionista con Maestría, que ignora muchísimas cosas y me fascina. Me fascina creer que siempre hay algo nuevo por aprender, por cambiar, por mejorar y por aceptar.
Los años han pasado y sigo contando con un equipo invaluable de mujeres a las que acudo en mis días soleados o grises y que siempre tienen sus brazos abiertos de par en par para mí y que saben que siempre estaré para ellas.
Con mis amigas yo no tengo títulos ni etiquetas: Me dedico a experimentar el gozo de nuestra mutua amistad. Las amo profundamente y sé que no las puedo dirigir. Me aceptan, las acepto y las escucho con todo mi amor.
Hace un par de días una de ellas me preguntó:
-¿Entonces, que hago? ¿Lo busco, o no?
Estuve muy tentada a responderle desde mis experiencias y desde mis perspectivas, desde mis aciertos pero afortunadamente: retrocedí.
" Haz lo que tu consideres -dije - lo que te brinde más paz y trata de mantenerte alejada, de lo que hoy te genere algún tipo de conflicto contigo misma, aléjate de todo lo que amenace con arañar tu armonía".
Ya no soy la niña de 17 años, ya no quiero salvar al mundo, ahora trato de mantenerme a salvo a mí y deseo ver felices, en la mayor medida posible a las personas que amo.
No estoy aquí para juzgar ni tomar las decisiones por mis amigas. He leído algunas veces frases como: "Quedate con el que sea así o así". Los sentimientos de las personas no siguen un manual ni un instructivo específico, ni las ideas de los seres humanos, ni sus sueños, ni sus expectativas tienen por que coincidir con las de los demás, el amor no es negociable, por tanto, yo pienso: "Hay por favor quédense con el que les de la gana abrazando y respetando sus propios motivos" (Claro, siempre y cuando la otra parte deseé también estar contigo) y deseando con el alma que ellas se queden también en el sitio en el que se sientan amadas, respetadas, valoradas.
Ni en el amor, ni en los duelos: Hay atajos, no podemos saltarnos momentos, eso si, cada quien vive su proceso a su manera, a sus ritmos y en su tiempo.
Estoy absolutamente segura de que a mi amiga le pasará la incertidumbre, la melancolía y la confusión. Sé que después de esta experiencia ella se volverá emocionalmente más fuerte e independiente. Sé que la sonrisa volverá a su rostro y aún cuando las lágrimas sigan rodeando sus mejillas estaré con ella. Y lo estaré también cuándo se encuentre lista para escuchar mis experiencias, mis reflexiones y conclusiones. Cuando esté lista para tomar de mí, lo que le produzca más bienestar para su vida, pues se que ella es capáz de descubrir entre errores y aciertos quien es realmente la persona del espejo. Esta que escribe es en quien me he convertido yo.
Soy una Psicóloga y amo mi profesión. Pero antes que todo: Soy Martha, y aunque ya no soy aquélla adolescente de 17 conservo en el corazón los nobles sueños, la esencia y el espíritu de cambio de aquella jovencita que aconsejaba a sus compañeros y amigos de la preparatoria.
Esta que vez, esta que lees soy yo y me acepto con infinito amor. Y hasta el día de hoy sigo redescubriendome, sigo reinventándome y sigo puliéndome las alas y el corazón.
Un saludo especial a mis amigos de la prepa, de la carrera y de la vida.
Gracias a ti que por la razón que sea me lees, gracias a quien también me acepta, me respeta y a quien conserva en su corazón una palabra de mi parte, o en su billetera alguna de mis letras... ¡Qué Bendición!