07/10/2025
💗💗 Mi equipo
Hace unos días publiqué un mensaje en el que aclaré que la lactancia materna es el mejor alimento que puede recibir un bebé, pero también recordé que la fórmula infantil es una alternativa segura y necesaria en ciertos casos.
No todos los comienzos son iguales, y hay situaciones donde la lactancia no es posible o no se logra como se espera, y ahí entra la segunda mejor opción: la fórmula, con la que muchos bebés también crecen sanos, amados y nutridos.
Mi intención nunca fue abrir una guerra ni polarizar opiniones. No se trata de bandos, sino de acompañar, educar y empatizar.
Pero como suele ocurrir en redes, surgieron comentarios: que si “me vendí a la industria de la fórmula”, que si “ya no creo en la lactancia materna”, que “estoy desactualizado”, “que si me dan bonos”…
Y aunque el maestro Juan Gabriel decía: “Nunca aclares nada”, en este caso sí vale la pena aclarar, no con palabras, sino con acciones.
Porque más allá de las posturas, mi equipo y yo tenemos muy claro que lo importante es proteger la diada madre-bebé.
Y ese vínculo no empieza con la lactancia, empieza incluso antes…
Comienza con la primera respiración de tu bebé.
A ese momento se le llama “la hora de oro”, y hoy quiero explicarte qué sucede en ese mágico, fisiológico y vital encuentro.
¿Qué es la hora de oro?
La hora de oro es el primer contacto piel con piel entre el recién nacido y su madre inmediatamente después del nacimiento.
Es un proceso natural, lleno de sabiduría biológica, donde el bebé —recién salido del entorno cálido, líquido y seguro del útero— se adapta a la vida fuera del vientre.
En esos primeros minutos:
•Su cuerpo aprende a respirar por sí mismo.
•Su piel siente por primera vez el calor y olor de mamá.
•Su cerebro se inunda de oxitocina, la hormona del amor, que reduce el estrés, estabiliza sus signos vitales y fortalece el apego.
El contacto piel con piel disminuye la necesidad de oxígeno e incubadora, estabiliza la glucosa y mejora la temperatura corporal.
También reduce el llanto, mejora el sueño y facilita una adaptación metabólica, emocional y respiratoria más suave.
Los 9 pasos naturales de la “hora de oro”
Estudios del Dr. Lars Widström y otros investigadores han demostrado que todo recién nacido sano, colocado piel con piel sobre su madre, atraviesa nueve etapas conductuales innatas.
No necesitan ser guiadas; el bebé sabe exactamente qué hacer.
Aquí te las explico paso a paso:
1. El llanto al nacer
Es la primera señal de vida: el bebé llora para abrir sus pulmones y comenzar a oxigenarse por sí mismo.
Este llanto cesa casi de inmediato al colocarlo sobre el pecho de su madre, donde reconoce su olor, su calor y su voz.
2. Relajación
Durante los primeros minutos, el bebé permanece tranquilo, observando, sintiendo y adaptándose al nuevo entorno.
Su ritmo cardíaco se estabiliza y su respiración se vuelve regular.
Es el primer contacto entre el cuerpo y la calma.
3. Despertar
Entre los 2 y 3 minutos de vida, abre los ojos, parpadea y comienza a mover la boca, manos y hombros.
Empieza a conocer el rostro de su madre y a sincronizar su respiración con la de ella.
4. Actividad
Entre los 8 y 10 minutos, el bebé muestra movimientos más amplios: gira la cabeza, estira las piernas y comienza a mover el cuerpo de un lado a otro.
Estos movimientos estimulan sus reflejos primitivos y activan su sistema nervioso.
5. Descanso
Puede tener pequeños periodos de pausa o sueño corto, necesarios para regular su energía y continuar el proceso.
No significa que haya perdido el interés; es parte del ritmo natural de la adaptación.
6. El arrastre o deslizamiento
Alrededor del minuto 20, ocurre algo asombroso: el bebé se impulsa con los pies y se desliza lentamente hacia el pecho materno.
Es un reflejo innato de supervivencia, guiado por el olor del calostro, el calor y la gravedad.
7. Familiarización
Durante unos 20 minutos, el bebé explora el pecho de su madre: lo toca, lo lame, lo huele y lo masajea.
Está reconociendo su fuente de alimento y de consuelo.
Este masaje también estimula la producción de oxitocina y ayuda a la salida del calostro.
8. Succión
Casi alrededor del minuto 45, el bebé abre la boca, baja la lengua y se prende del p***n de manera espontánea.
No necesita que lo fuercen ni lo guíen: su instinto sabe cuándo y cómo hacerlo.
Así inicia su primera toma, un evento que consolida el vínculo y sella el inicio de la lactancia.
9. Sueño profundo
Después de alimentarse, el bebé cae en un sueño tranquilo y reparador que puede durar hasta dos horas.
Durante este descanso, se estabilizan sus signos vitales y se consolida el aprendizaje de todo el proceso vivido.
Es su forma de decir: “Estoy a salvo, estoy con mamá.”
La hora de oro: un derecho al nacimiento
La hora de oro no es un lujo, es un derecho biológico y emocional.
Solo en menos del 10% de los nacimientos hay condiciones médicas que justifican interrumpirla.
Por eso, es fundamental que el equipo que acompaña el parto —ginecólogo, neonatólogo, pediatra, enfermera, doula o partera— conozca, respete y fomente este proceso.
Cada minuto cuenta, y cada contacto es una semilla de seguridad para toda la vida.
Más allá de las polémicas sobre leche materna o fórmula, la verdadera prioridad es la conexión madre-bebé.
Porque ese vínculo, desde el primer instante, es la base de un desarrollo saludable, un apego seguro y una infancia emocionalmente más estable.
Y los que tenemos el privilegio de presenciarlo, lo sabemos:
La hora de oro no solo salva vidas, también las transforma.
Un honor pertenecer a este gran equipo: Dra. Georgina Gutiérrez (Ginecóloga) y Mónica Acosta (Anestesióloga).
Gracias Gerry, Alma y Luisa por la confianza.
Que tengan muy bonito Martes.