24/10/2025
“Mi contacto cero.”
No fue una venganza, ni un juego de orgullo. Fue un grito silencioso desde mi amor propio, una forma de decir “ya no más” sin necesidad de pronunciarlo. Porque entender que mereces paz después del caos también es una forma de amor, aunque nadie te lo aplauda, aunque te duela hasta los huesos.
Mi contacto cero no fue para olvidarte. Fue para recordarme a mí. Para dejar de convertirme en una versión triste que esperaba un mensaje, una disculpa, una señal. Fue mi manera de soltar la esperanza que me ataba a una historia que ya solo me desgastaba.
El contacto cero no es cortar la comunicación. Es cortar el ciclo. Es el momento en que te miras al espejo y entiendes que seguir esperando algo de alguien que no supo cuidarte es una forma lenta de destruirte. Es aprender que el silencio también habla, que no responder también es una respuesta.
Mi contacto cero fue la forma más dolorosa de recuperar mi dignidad. Porque me dolía cada día no escribirte, pero me dolía más seguir haciéndolo y no tenerte de verdad. Tu ausencia ya estaba, aunque tú siguieras ahí. Y entonces entendí que alejarme no era perderte, era rescatar lo que quedaba de mí.
No fue fácil. Hubo noches en las que casi cedí, en las que quise volver a escribir, en las que mi mente gritaba “hazlo” mientras mi corazón susurraba “aguanta”. Pero cada vez que resistí, sané un poco más. Cada silencio fue un paso fuera del laberinto en el que te había convertido.
Porque el contacto cero no es castigar al otro, es sanar lo que el otro rompió. Es decirle al alma “ya no vamos a mendigar amor”, es cerrar la puerta sin odio, pero con la certeza de que abrirla otra vez sería traicionarme.
Y tal vez nunca lo entiendas. Tal vez pienses que te olvidé. Pero no. Solo aprendí a recordarte sin dolor, sin necesidad, sin volver. Aprendí a dejarte ir con la misma ternura con la que un día te sostuve.
Mi contacto cero no fue el final…
Fue el principio de mi regreso ♥️.