27/11/2025
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¿Te has dado cuenta de que las abejas siempre encuentran la forma de sobrevivir… menos cuando el ser humano les complica la vida?
Porque ellas, por naturaleza, lo tienen todo claro:
qué construir, cuándo criar, cómo defenderse, cómo organizarse.
Pero basta un solo error del mundo exterior para romper ese equilibrio.
Las abejas pueden soportar frío, lluvias, sequías cortas…
pero no pueden soportar:
🔸 fumigaciones a deshoras
🔸 floraciones contaminadas
🔸 calor extremo por incendios
🔸 suelos sin flores
🔸 alimentos adulterados
🔸 insecticidas que matan sin avisar
Y ahí entra el apicultor.
No como dueño, sino como guardián.
Como quien observa, aprende y se adelanta a los golpes que ellas no merecen recibir.
Porque la gente no lo sabe, pero cada que salvamos una colmena:
estamos salvando frutos, cosechas, huertos, montes…
y silenciosamente, estamos salvando parte de la vida en la tierra.
Lo más impresionante es esto:
una abeja haría todo por sobrevivir…
pero es el apicultor quien hace todo por protegerlas.
Ésa es la parte que nadie aplaude,
la parte que no se ve en fotos,
la parte donde realmente se demuestra quién ama este oficio.