23/11/2025
En todas las profesiones de ayuda, conectar con el dolor del otro es parte esencial de nuestra labor. Sin embargo, cuando esa conexión emocional se vuelve constante, intensa o no contamos con espacios de autocuidado, podemos experimentar desgaste empático.
Este desgaste no significa “falta de vocación” ni “debilidad emocional”. Es una respuesta humana ante la exposición repetida al sufrimiento ajeno.
Señales de alerta del desgaste empático:
Cansancio emocional o irritabilidad sin causa aparente
Sensación de vacío o desconexión con los pacientes
Dificultad para concentrarse
Reducción de la satisfacción laboral
Necesidad de aislarte o evitar interacciones
Dolor de cabeza, tensión corporal o insomnio
¿Qué puedes hacer?
Establecer límites sanos en tu jornada
Supervisión clínica o espacios de intervisión
Rutinas breves de regulación emocional entre sesiones
Actividades placenteras fuera del ámbito laboral
Reconectar con tu propósito y celebrar pequeños logros
Cuidar de otros implica, también, cuidarnos a nosotros mismos. No estás solo/a: hablarlo, pedir apoyo y reconocer tu propio cansancio es un acto de responsabilidad profesional.