22/11/2025
Acompañar a otros en su dolor es un acto profundamente humano. Pero ese mismo gesto —tan noble, tan necesario— también tiene un costo emocional. A ese costo lo llamamos fatiga por compasión.
Y quiero ser claro:
👉 No es una debilidad.
👉 No es un trauma.
👉 No es algo “anormal”.
Es, simplemente, el resultado natural de estar expuesto repetidamente al sufrimiento ajeno. El cuerpo y la mente reaccionan. Se desgastan. Y si no intervenimos, ese desgaste puede convertirse en algo crónico.
Por eso, reconocer la fatiga por compasión no solo es un acto de autocuidado, es un acto de responsabilidad con quienes acompañamos. No podemos cuidar bien si no nos cuidamos primero.
¿Cómo prevenirla?
• Periodos de retiro y descanso.
• Revisiones médicas y emocionales oportunas.
• Acompañamiento psicológico y apoyo institucional.
• Espacios de conversación para procesar experiencias difíciles.
• Hábitos saludables y rutinas sostenidas.
• Formarse en habilidades de afrontamiento, autocuidado y regulación emocional.
• Entrenarse en empatía sin cargarse del dolor del otro.
La fatiga por compasión no se soluciona ignorándola. Se atiende con información, con prevención y con una comunidad que valida y respalda a quienes tienen la enorme tarea de acompañar a otros.
Cuidar también requiere ser cuidados.
Los invito a ver la conferencia completa:
Fatiga por compasión del
SEGUNDO FORO “Buenas prácticas de tutoría y orientación educativa”
Objetivo:Generar un espacio de reflexión sobre las buenas prácticas en tutoría y orientación educativa, con el propósito de compartir experiencias, conocimie...