Psicóloga Cristhy Pastor

Psicóloga Cristhy Pastor Atención Psicológica y Tanatológica en línea o presencial.

Durante años no soporté al perro de mi vecino.Cada tarde, sin falta, en cuanto giraba con el coche hacia nuestra pequeña...
06/11/2025

Durante años no soporté al perro de mi vecino.
Cada tarde, sin falta, en cuanto giraba con el coche hacia nuestra pequeña calle de Toledo, antes incluso de ver el río Tajo, él empezaba a ladrar. Fuerte, agudo, insistente.
Podía estar aún al principio de la calle y ya sentía cómo algo se me encogía por dentro. Ese ladrido metálico cortaba el aire como un cuchillo.

Al principio me decía: los perros ladran, es lo que hacen.
Pero con el tiempo, aquel sonido se me metió bajo la piel.
Murmuraba cada vez que lo oía: ese perro me tiene manía.
Cerraba la puerta del coche de golpe, subía más rápido la cuesta de la casa, como si pudiera escapar del ruido.
Se había vuelto algo personal, como si me retara.

Mi mujer lo veía de otra manera.
—No es malo —me dijo una noche mirando por la ventana—. Está solo. Siempre atado, haga sol o llueva. Nadie le habla.

Tenía razón. Los vecinos no eran precisamente cariñosos. La luz del patio quedaba encendida todas las noches, pero nunca salían.
El perro, un mestizo marrón con una oreja caída y ojos del color de las hojas mojadas, estaba siempre en el mismo rincón. Un cuenco rajado, una manta que apenas lo era.

A veces mi mujer le tiraba un trozo de pan por encima del muro.
—Al menos que alguien piense en él —decía.
Y cuando no podía hacerlo, me pedía que lo hiciera yo. Refunfuñaba, pero lo hacía.
El perro ladraba una vez, tal vez como agradecimiento. Yo giraba la cara para no cruzar su mirada.
Así pasaban los años: su ladrido, mis suspiros.

El tiempo siguió su curso. Su ladrido se volvió parte de nuestras vidas, como el tic tac del reloj. Al principio molesto, luego familiar.
Ladraba cuando llegaba a casa, al cartero, a los truenos, a las sombras.
Ladraba al mundo para decir: sigo aquí.
Y sin darme cuenta, me acostumbré a necesitar ese sonido.

Hasta que un día llegó el silencio.
Era el día en que traía a mi mujer del hospital.
Había estado enferma mucho tiempo.
Conduje por la calle de siempre, el Tajo a la izquierda, el Alcázar al fondo.
Apagué el motor. Nada.
—¿Lo oyes? —me preguntó.
—¿Qué?
—El perro. No ladra.

El silencio pesaba.
Me acerqué a la valla. El patio estaba vacío. La hierba alta, el cuenco seco.
Llamé a la puerta. Nadie.
Un vecino encogió los hombros: se habían mudado.
Llamé a la protectora de animales.
Me dijeron: «Si hay peligro, entra y avísanos.»

Así lo hice, con el vecino como testigo.
Y allí estaba. Entre bolsas de basura, medio escondido.
Flaco, sucio, temblando.
Las costillas marcadas, la respiración débil.
Alzó un ojo y me miró. El mismo ojo que antes me desafiaba.
Ahora solo había cansancio. Y la mirada de quien ha dejado de esperar.

Me arrodillé y lo levanté en brazos.
Era tan ligero... solo huesos y un poco de calor que me golpeó como un recuerdo.
Nadie respondió cuando llamamos. Lo metí en el coche.

Mi mujer se llevó las manos a la boca.
—Dios mío...
—Los vecinos se han ido —dije—. Lo han dejado atrás.
—Llévalo al veterinario —ordenó. No fue una petición. Asentí.

La veterinaria lo examinó, suspiró y sonrió levemente.
—Deshidratado, muy delgado... pero tiene fuerza. Quiere vivir.
Esa sonrisa abrió algo dentro de mí.

Lo trajimos a casa.
Agua tibia, un poco de comida, una manta vieja.
Le pusimos un nombre: Canela, por el brillo rojizo de su pelaje.
Los primeros días apenas se movía.
Mi mujer tarareaba suavemente, y a veces él levantaba la cabeza, como si recordara una melodía de otra vida.

Días después, al volver del trabajo, el aire olía a lluvia y tierra.
Giré por nuestra calle y lo escuché: un ladrido.
Breve, claro, inconfundible.
Reí en voz alta, sin poder evitarlo.
Lo entendí al fin.

No era ruido.
Era un bienvenido.
Canela decía: has vuelto, te veo.

Desde entonces ladra cada día —cuando corto el césped, cuando salgo, cuando regreso.
Mi mujer lo llama «su manera de querer».
Y tiene razón.

Le acaricio el cuello.
—Antes no entendía tu lenguaje —le digo.
Porque eso era: su idioma.
Ladrar significaba: sigo aquí. No me he rendido. Espero a que alguien me escuche.

Cuando desapareció su voz, algo faltaba.
Cuando volvió, la casa volvió a tener alma.

Por las noches paseo con él junto al río.
La gente se detiene:
—¿Cuántos años tiene? ¿Qué le pasó en la oreja? ¿Por qué te mira así?
Sonrío.
—Era el perro de mi vecino. Ahora es de la familia.

Antes creía que el silencio era paz.
Ahora sé que, a veces, un poco de ruido es lo más hermoso del mundo.

Cuando entro en nuestra calle y lo oigo ladrar, bajo la ventanilla.
Dejo que su voz entre como aire fresco.
Ya no es ruido.
Es lealtad. Es perdón.
Es el sonido de una segunda oportunidad.
Es el sonido del hogar.

EL HIJO DE MAMÁ El “hijo de mamá” no ama a las mujeres… las conquista para seguir siendo fiel a su madre.No busca amor, ...
05/11/2025

EL HIJO DE MAMÁ

El “hijo de mamá” no ama a las mujeres… las conquista para seguir siendo fiel a su madre.

No busca amor, busca:

Pertenencia. Cada conquista es una forma inconsciente de decir a mamá: “SIGO CONTIGO, NO TE TRAICIONO.”

Por eso salta de una mujer a otra —no por libertad, es porque no puede entregarse de verdad.

Amar de corazón implicaría separarse… y eso, para él, sería perder a su madre, lo que limita su vida de hombre en muchos aspectos, desde su autonomía hasta sus relaciones.

Sin embargo, con conciencia, trabajo terapéutico y Constelaciones Familiares, es posible liberar estos lazos y construir una vida basada en la independencia, el equilibrio y la madurez emocional.

Bert Hellinger afirmaba que "Un hijo solo puede ser realmente libre cuando reconoce a su madre con gratitud, pero se permite seguir su propio camino".

Sanar la relación con la madre no significa alejarse de ella, sino reconocer su amor sin depender de su aprobación o protección para vivir plenamente.

La Herida detrás de la rivalidad entre madre e hija La rivalidad entre madre e hija es un tema profundo que se teje en l...
02/10/2025

La Herida detrás de la rivalidad entre madre e hija

La rivalidad entre madre e hija es un tema profundo que se teje en la psicología, lo transgeneracional y lo inconsciente.
Generalmente, detrás de este vínculo tensionado no hay solo diferencias de carácter, sino heridas emocionales no resueltas que se reactivan de generación en generación.
Lo que suele estar detrás:

1. Herida de rechazo o abandono
La madre pudo haber sentido en su propia infancia que no fue elegida, vista o valorada por su madre/padres.
Cuando tiene a su hija, sin darse cuenta, puede proyectar esa herida: sentir que la hija “le quita” lugar, atención o incluso juventud.

2. Competencia simbólica
En la adolescencia de la hija, cuando surge su energía femenina y sexual, la madre puede sentir de manera inconsciente una amenaza.
No es un rechazo real a la hija, sino un reflejo de su propia herida con su feminidad, autoestima o envejecimiento.

3. Herida de injusticia y comparación
Muchas madres cargan con la creencia de que tuvieron que “sacrificarse”, mientras que la hija viene con una fuerza de querer vivir con libertad.
Esa diferencia activa resentimiento, comparaciones y reproches que en realidad vienen de lo que la madre no pudo darse a sí misma.

4. Identificación y proyección
Lo que la madre no soporta de su hija suele ser una parte de sí misma que no ha integrado o aceptado.
Así, la hija se convierte en un espejo incómodo de lo que la madre deseó o de lo que reprimió.

5. El lugar de la mujer en el linaje
Muchas veces la rivalidad no es personal, sino un eco de generaciones de mujeres que no tuvieron voz, libertad o dignidad.
La hija, al querer abrir un camino distinto, despierta en la madre el dolor de todas esas mujeres anteriores.

En resumen
La herida no resuelta más frecuente es la de rechazo y desvalorización, tanto de la propia madre hacia sí misma como de su historia con su madre.

Esa herida se convierte en rivalidad cuando en realidad lo que ambas necesitan es reconocer su dolor, ver a la otra sin juicio y honrar el lugar que cada una ocupa en la línea femenina.



Muchas veces vemos a papá solo desde lo que faltó.Olvidamos que antes de ser padre, fue hijo.Un niño al que quizá le dij...
02/10/2025

Muchas veces vemos a papá solo desde lo que faltó.
Olvidamos que antes de ser padre, fue hijo.
Un niño al que quizá le dijeron frases como:
“Los hombres no lloran”, “Tienes que ser fuerte”.

Si lloraba, lo callaban.
Si se caía, le exigían levantarse solo.
Si buscaba un abrazo, encontraba distancia.
Así aprendió que, para ser aceptado, debía tragarse las lágrimas y aparentar fortaleza.

Esto no significa justificar ni romantizar lo que dolió.
Tampoco implica obligarte a tener un vínculo con él si eso no es sano para ti.
Tal vez estuvo ausente.
Tal vez fue duro, frío, exigente o injusto.

La invitación es otra: mirar más allá de la herida y transformar la imagen interna que guardas de él.
Evitando perpetuar las historias de dolor de los hombres que crecieron aún a pesar de tener que ocultar su sentir.
Porque mientras lo veas únicamente como el padre que falló, desde la carencia identificarás un vacío donde el dolor será aún más profundo y por lo tanto es difícil tomar la fuerza que también proviene de su lado.

Cuando este movimiento interno ocurre, la vida se aligera.
Las decisiones fluyen.
Y la energía que antes se quedaba en el enojo o el vacío, comienza a sostenerte y a impulsarte hacia adelante.



LOS 11 PRINCIPIOS DEL OTRO YO1.- Ni me perteneces ni te pertenezco, nos conocimos libres y nos enamoramos libremente.2.-...
29/09/2025

LOS 11 PRINCIPIOS DEL OTRO YO

1.- Ni me perteneces ni te pertenezco, nos conocimos libres y nos enamoramos libremente.

2.- Tenemos derecho a nuestro espacio personal y a pedir que el otro no interifera cuando se pide ese derecho.

3.- Tener miedo a amar por tener miedo a sufrir, es como tener miedo a vivir por que vamos a morir.

4.- El otro es un espejo que nos devuelve el reflejo de aquello que nos gusta y tambien de aquello que no nos gusta de nosotros mismos.

5.- Ese es el motivo por el cual cuando el espejo (El otro) refleja lo lindo de nosotros estamos en una nube y cuando muestra lo horrible descendendémos al dolor, como un sabio maestro, que tenemos que aprender

6.- Mediante el dolor y la maestría, que nos refleja el otro es como podemos ver conscientemente aquello que no somos capaces de ver en nosotros mismos y transmutarlo.

7.- No existe ningún amor ideal.
Al principio todos los amores son lindos a causa de que los amantes solo quieren ver y muestran al otro el lado que les gusta de ellos mismos, pero no tarda en brotar y aparecer aquello que no nos gusta de nosotros mismos y cuanto mas se huye de eso mas esto se muestra al otro.

Es preciso ponerse a trabajar duro para superarlo.

8.- El equilibrio no viene de solo decirse cosas lindas para no ofender si no de decir lo que se piensa aunque hiera, con respeto, sabiduría, madurez.

Ser firme en las palabras pero suave en el tono y las maneras. Las Heridas son una oportunidad para avanzar como personas e integrar y sanar aquellos aspectos que detestamos en nosotros mismos.

9.- Los dos amantes se ganan el derecho a vivir en el extásis cuando han transmutado todas las partes de aquello que no les gusta de si mismos, entonces y solo entonces es que llega el paraíso que vivieron al principio de conocerse pero esta vez de forma estable y sin esconder nada.

10.- Ir cambiando de pareja una y otra vez buscando lo "bonito" del principio es una perdida de tiempo aun así, si topas con una pareja sociopata, narcisista o psicopata que te maltrata por el placer de sentirse superior a ti, lo mejor es que la saques de tu vida o te consumira y finalmente te destruira.

11.- Hay que dejar volar al otro si quiere abandonar la relación y si esta seguro de hacerlo.

Si el otro ya lo pensó bien, dejarle ir es la única opción, sin embargo igualmente habrás avanzado mucho en tu desarrollo personal y eso nadie puede arrebatártelo.



EL ORDEN EN LA PAREJA Bert Hellinger, desde su mirada en Constelaciones Familiares, habla de un principio fundamental ll...
19/09/2025

EL ORDEN EN LA PAREJA

Bert Hellinger, desde su mirada en Constelaciones Familiares, habla de un principio fundamental llamado el orden del amor en la pareja.

Cuando estos órdenes se respetan, la relación fluye; cuando se rompen, surge el conflicto, la desigualdad o incluso la ruptura.

Los Órdenes de la Pareja según Bert Hellinger son :

1. El derecho de pertenencia

• Cada miembro de la pareja tiene el mismo derecho a estar en la relación.

• Nadie es “más” o “menos”, ambos son igualmente válidos en el vínculo.

2. El equilibrio entre dar y tomar

• La relación de pareja se sostiene en un balance: uno da y el otro recibe,

y luego devuelve algo de valor semejante.

• Si uno da demasiado y el otro sólo toma, se rompe el equilibrio y llega el resentimiento.

3. Primacía de la pareja sobre los hijos

• La pareja tiene prioridad sobre los hijos.

• Los hijos llegan después y no deben ocupar el lugar de uno de los padres.

• Cuando un hijo se coloca como “pareja” del padre o madre (consciente o inconscientemente), se genera desorden sistémico.

4. El orden de llegada

• Quien llegó primero tiene prioridad.

• Por ejemplo: si uno de los dos tuvo una relación anterior, esa persona anterior debe ser reconocida y respetada en el sistema.

• Negar a los anteriores crea desequilibrio y exclusiones.

5. La aceptación del otro tal cual es

• El amor madura cuando cada uno reconoce y respeta al otro en su origen, en su familia, en su historia.

• No se trata de cambiar al otro, sino de mirarlo completo.

6. El lugar del hombre y de la mujer (polaridades)

• La fuerza de la pareja se sostiene en el reconocimiento de la diferencia: lo masculino y lo femenino, lo paterno y lo materno.

Ambos ejes, en equilibrio.

• Cuando uno intenta ocupar el lugar del otro, surge confusión y tensión.

La pareja se ordena cuando ambos se reconocen como iguales, equilibran el dar y recibir, se respetan las relaciones anteriores, los hijos no sustituyen a la pareja, y se honra la diferencia entre lo masculino y lo femenino.



¿Qué significa "tomar el lugar que corresponde"?Tomar el lugar que nos corresponde significa ocupar la posición adecuada...
09/09/2025

¿Qué significa "tomar el lugar que corresponde"?

Tomar el lugar que nos corresponde significa ocupar la posición adecuada dentro del sistema familiar, respetando los Órdenes del Amor establecidos por Bert Hellinger.
Cada miembro de la familia tiene un lugar específico según su jerarquía, rol y momento de llegada al sistema.

Cuando alguien ocupa un lugar que no le corresponde (por ejemplo, un hijo que asume el rol de padre o una pareja que se comporta como madre de su compañero), se genera un desequilibrio en el sistema, lo que puede manifestarse en bloqueos emocionales, conflictos interpersonales y problemas en la vida cotidiana.

¿Qué sucede cuando una persona no ocupa su lugar?
▪︎Hijos que actúan como padres ("parentificación")

Ejemplo:
Un niño cuida emocionalmente de su madre después de un divorcio y asume el rol de "pareja sustituta".

Consecuencia:
De adulto, puede tener dificultades en sus relaciones de pareja porque inconscientemente sigue vinculado a su madre.

Solución:
Devolver el rol a los padres y permitirles hacerse cargo de sus propias responsabilidades.

Frase sanadora: "Mamá/Papá, ustedes son los grandes, y yo soy su hijo.
Hoy dejo con ustedes lo que les pertenece."

▪︎Hermanos que ocupan lugares equivocados

Ejemplo:
Un hijo menor actúa como el líder de los hermanos porque el mayor es rechazado o excluido.

Consecuencia:
Puede desarrollar una gran carga de responsabilidad o sentirse perdido en la vida.

Solución:
Restablecer la jerarquía y permitir que cada hermano ocupe su lugar.

Frase sanadora: "Soy el hermano menor, y tomo mi lugar detrás de los que llegaron antes que yo."

▪︎Hijos que se sienten responsables del bienestar de sus padres

Ejemplo:
Un adulto no puede independizarse porque se siente obligado a cuidar de sus padres.

Consecuencia:
Puede sabotear sus relaciones de pareja o su éxito profesional.

Solución:
Aceptar que los padres son responsables de su destino y que cada quien debe vivir su propia vida.

Frase sanadora: "Queridos padres, los honro y confío en que ustedes pueden con su destino. Yo tomo mi vida con gratitud."

▪︎Parejas con dinámicas desequilibradas

Ejemplo:
Una mujer trata a su esposo como un hijo y lo sobreprotege.

Consecuencia:
El hombre puede volverse dependiente o distante, afectando la relación.

Solución:
Restablecer la relación en igualdad de condiciones.

Frase sanadora:
"Tú eres mi pareja, no mi hijo.
Hoy te veo como mi compañero/a."

¿Cómo tomar el lugar correcto en el sistema familiar?

Hay que reconocer el orden natural

Cada generación tiene su lugar: los padres son los grandes y los hijos son los pequeños.

Los hermanos mantienen su jerarquía según su orden de nacimiento.

No es responsabilidad de los hijos solucionar los problemas de sus padres.

No debemos cargar con el destino de otros miembros del sistema.

Honrar a quienes llegaron antes

Aceptar la historia familiar sin querer cambiarla o corregirla.

Aceptar nuestra posición con humildad

Asumir el propio rol dentro de la familia y la sociedad sin querer ocupar el de otro.

Impacto de Tomar el Lugar Correcto:

Mayor sensación de paz y pertenencia.

Relaciones familiares y de pareja más sanas.

Más claridad y seguridad en la toma de decisiones.

Liberación de cargas innecesarias.



“Pensé que mi mamá quería más a mi hermano…”Y no… no era favoritismo.Era una herida que yo no conocía.Cada hijo conoce  ...
04/09/2025

“Pensé que mi mamá quería más a mi hermano…”

Y no… no era favoritismo.
Era una herida que yo no conocía.

Cada hijo conoce una versión distinta de su madre.
Uno la conoció fuerte… otro cansada.
Uno la hizo reír… otro llorar.
Uno llegó cuando aún soñaba… y otro cuando ya se le notaban las renuncias en la mirada.

No era que quisiera más a uno…
Es que cada uno ocupó un rincón distinto de su alma.

- Uno necesitó más tiempo.
- Otro más paciencia.
- Y hubo uno que solo necesitaba que ella no se quebrara… y por eso ella fingía estar bien.

A veces creemos que mamá tiene un favorito porque vemos el abrazo… pero no la historia.
Vemos el silencio… pero no todo lo que tuvo que callar.
Vemos que da más… sin notar a quién más le dolió.

Porque sí:
El hijo que más abrazos recibió, tal vez fue el que más roto estaba.
El que parecía tenerlo todo fácil, quizás era el que más se perdió en el camino.
Y el que nunca pedía nada… fue el que aprendió a no necesitar.

Una madre no ama con justicia matemática.
Ama con lo que tiene.
Con lo que le queda.
Ama desde el cansancio, desde la intuición, desde el miedo a fallar.

¿Alguna vez te preguntaste por qué no te abrazó más?
Tal vez pensó que eras fuerte.
Tal vez ya no le quedaban fuerzas.
Tal vez también esperaba un abrazo tuyo…

Ella fue mujer antes que madre.
Fue hija antes que guía.
Y tuvo que aprender sola a repartir su alma entre varios sin romperse por completo.

No juzgues su amor por lo que hizo.
Valóralo por lo que sacrificó en silencio.
Por las lágrimas que secó sin que vieras.
Por las veces que prefirió dolerse sola, para que tú no te sintieras culpable.

Y si todavía la tienes contigo… mírala de nuevo.

Tal vez no era falta de amor.
Era que te estaba cuidando… a su manera.

No esperes a perderla para entenderla.
No esperes ser padre o madre para perdonarla.
Y no esperes más para decirle lo que siempre quiso oír:

“Gracias, mamá. Por amarme… incluso cuando no lo entendí.”

Cada hijo ocupa un lugar distinto en el corazón de mamá…

Y aunque no todos lo entiendan igual, ese amor siempre estuvo ahí.
Solo que hablaba diferente.



Si alguna vez leíste el libro Juan Salvador Gaviota (1970) de Richard Bach.Sabes que no es solo una historia sobre una g...
01/09/2025

Si alguna vez leíste el libro Juan Salvador Gaviota (1970) de Richard Bach.

Sabes que no es solo una historia sobre una gaviota, sino una profunda reflexión sobre la libertad, automotivación, el propósito de la vida, búsqueda personal de respuestas y la superación personal.

Una historia maravillosa la de Juan Salvador Gaviota, escrito en un momento clave para Bach, quien, como escritor y aviador, sentía una profunda conexión con el concepto de la libertad y la búsqueda de la excelencia personal.

Narra la historia de una gaviota que se niega a vivir limitada, a pesar de las creencias y expectativas de su bandada, el desarrolla un espíritu desafiante, crítico que cuestiona sus propias limitaciones, comienza así una búsqueda para alcanzar la perfección en el vuelo.
Lo cual muestra una metáfora poderosa para todos aquellos que aspiran a ir más allá de los límites impuestos por la sociedad.

El mensaje del libro, que enfatiza la importancia de la autolibertad y la búsqueda personal, fue considerado por algunos como demasiado filosófico o incluso "fantasioso". Sin embargo, con el tiempo, el libro se convirtió en un símbolo de empoderamiento personal y ha sido leído por generaciones de jóvenes y adultos que buscan inspiración.

Juan Salvador Gaviota no solo es un libro sobre una gaviota; es una invitación a cuestionar las normas, a no conformarse y a seguir nuestras pasiones, sin importar lo que piensen los demás. Hoy, más de 50 años después de su publicación, sigue siendo una obra que inspira y motiva.



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EL EGOPara el ego, tener es lo mismo que Ser: tengo, luego existo. Mientras más tengo, más soy, el ego vive a través de ...
01/09/2025

EL EGO

Para el ego, tener es lo mismo que Ser: tengo, luego existo.
Mientras más tengo, más soy, el ego vive a través de la comparación, la forma como otros nos ven termina siendo la forma como nos vemos a nosotros mismos.
Si todo el mundo habitara en mansiones o todos fuéramos ricos, nuestra mansión o nuestra riqueza ya no nos serviría para engrandecer nuestro sentido del ser. Podríamos irnos a vivir a una choza modesta, regalar la riqueza y recuperar la identidad viéndonos y siendo vistos como personas más espirituales que los demás.

La forma como otros nos ven se convierte en el espejo que nos dice cómo y quiénes somos.
El sentido de valía del ego está ligado en la mayoría de los casos con la forma como los otros nos valoran.

Necesitamos de los demás para conseguir la sensación de ser, y si vivimos en una cultura en donde el valor de la persona es igual en gran medida a lo que se tiene, y si no podemos reconocer la falacia de ese engaño colectivo, terminamos condenados a perseguir las cosas durante el resto de nuestra existencia con la vana esperanza de encontrar nuestro valor y la realización del ser.

Eckhart Tolle



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