09/11/2025
Desconectarte de verdad: rituales para terminar tu jornada y recuperar tu tiempo personal
Universidad del Valle de México Universidad del Valle de México
Universidad del Valle de México
"Por siempre responsable de lo que se ha…
Fecha de publicación: 8 nov 2025
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En la vida adulta hay cosas inevitables: lavar trastes, pagar servicios, mandar correos con “Quedo atento(a)” para cerrar educadamente... y sentir culpa cuando decides no contestar un mensaje de trabajo fuera de horario. Desde que lo personal y lo laboral se mezclaron (gracias en parte al trabajo remoto o híbrido), desconectarse del trabajo dejó de ser un botón y se convirtió en un acto de rebeldía pura.
Pero aquí va una frase para tu tranquilidad emocional: terminar tu jornada laboral no significa abandonar tu responsabilidad, sino recuperar tu vida personal.
Pero ¿por qué nos cuesta tanto desconectarnos? Porque confundimos estar disponible con ser comprometido. Vivimos en una cultura laboral donde existe este pensamiento colectivo: “Si respondo más rápido, si me mantengo conectado(a), si digo que sí a todo… entonces soy valioso(a).”
Y aunque suena lógico, la realidad es muy diferente: estar disponible 24/7 no te hace mejor profesional, solo te hace un profesional cansado.
Anteriormente en este espacio hablamos sobre establecer límites y sobre cómo evitar el burnout: cuando la oficina está en tu casa (o en tu bolsillo), decir “hasta aquí” se vuelve un ejercicio de valentía y también una forma de evitar el agotamiento
La pregunta es:¿cómo desconectarte de verdad… sin sentir culpa?
Spoiler: no necesitas mudarte a una cabaña en el bosque (a menos que quieras). A veces, solo necesitas rituales.
Ritual: la palabra mágica
Un ritual es una acción pequeña, repetida y simbólica que le dice a tu cerebro: “El trabajo terminó. Ahora empieza tu vida personal.”
Así como en la mañana tienes señales que indican “momento de trabajar” (abrir la computadora, hacer café, checar pendientes), necesitas señales equivalentes para cerrar capítulo.
Piénsalo así: tu cerebro es como una computadora con demasiadas pestañas abiertas. Si no le das un ritual de cierre, seguirá intentando cargar cosas en segundo plano.
7 rituales para desconectarte de verdad (y no solo fingir que sí)
1. El ritual de transición física: muévete
El cuerpo entiende mejor el cambio que la mente. Si hay momentos en los que estás cansado de estar sentado... ¡checa estas opciones! Será como decirle a tu cerebro: “Gracias por tu esfuerzo. Yo me hago cargo del ocio.”
Camina 10 minutos (aunque sea dentro de tu casa dando vueltas como roomba humana).
Cámbiate de ropa. Sabemos que tus pants cómodos son el uniforme oficial del modo home office, pero dáles un respido.
Sal de la habitación donde trabajas. Si trabajas en tu recámara… red flag. Llévate tu laptop (y todo tu ser) fuera de la cama y declaáralo terriotio non-grato.
2. El apagón digital
Silenciar notificaciones no es grosería, es autocuidado profesional. Recuerda que, si algo es realmente urgente, te van a llamar. Si no lo hacen… no era tan urgente. Aquí algunas herramientas útiles para lograrlo:
Modo No molestar
Programar horarios de bloqueo en apps laborales
Quitar aplicaciones de trabajo del celular (sí, Teams, te estoy viendo)
3. Cinco minutos antes de cerrar, escribe:
Qué lograste hoy
Qué harás mañana (máximo 3 prioridades)
Esto funciona como descargar memoria RAM mental. Si no lo escribes, tu cerebro lo recordará a las 11:47 p. m., cuando por fin te estabas quedando dormido.
4. El cierre ceremonial de herramientas
No basta con dar “cerrar sesión”. Para desconectarte de verdad tienes que darle dramatismo. Estas opciones si son en orden, ¿eh?:
Cierra todas las pestañas de tu laptop.
Apaga la laptop. Apagar. No suspender. No minimizar.
Guarda tu computadora en un cajón o mochila. Si puedes enciérrala bajo llave y aviéntala por la ventana.
5. La frase final del día
Es una forma de poner límites sin sonar agresivo. Por ejemplo:
“Gracias por el mensaje. Mañana a primera hora lo reviso.”
“A partir de este momento estaré fuera de línea.”
Esto corresponde con el consejo de comunicar tu disponibilidad claramente. No se trata de ser rudo o impertinente, sino ser respetuoso con tu tiempo.
6. Mini ritual de placer inmediato
Tu cerebro necesita recompensa por todo lo que hace por ti en el día. Consiéntelo con:
Una taza de té o café (el café de después del trabajo sabe más a victoria)
Ok, quizás algo más fuerte después de “uno de esos días” en la oficina está permitido.
Ponle tu música favorita. No con la que atacas los cientos de exceles de la semana, sino aquellas canciones que te hacen mover la cabeza.
Puedes ver uno –o dos- capítulos de tu serie.
Ver memes
Asocia el final de jornada con algo que disfrutes. Si lo asocias con lavar trastes, tu cerebro jamás querrá terminar de trabajar.
7. Aprende la máxima del descanso: “descansar no es abandonar”
No estás dejando tu trabajo. Estás ahorrando tu energía para poder rendir mejor mañana. Si te sientes culpable por desconectarte, recuerda que: desconectarte no es estar ausente; es prevenir que te apagues. Descansar también es trabajar.
¿Y si alguien no respeta tus horarios?
Respira. Respóndele con una frase simple, firme y amable —como sugieren las guías sobre conversaciones difíciles—: “Para poder entregar con calidad, necesito respetar mis horarios. Lo reviso mañana sin falta.”
Y si insisten: “Entiendo la urgencia. Mañana lo priorizo.”
Por milésima vez, no estás siendo difícil, estás educando a los demás sobre cómo respetar los tiempos y la vida de los demás.
¿Y si yo soy mi propio jefe?
Entonces también eres tu empleado. Y si no pones límites, ninguno de los dos roles soportará. Recuerda la segunda regla de oro: Si no lo harías con un compañero de trabajo, no lo hagas contigo.
Incluye en tu calendario:
Hora límite para apagar dispositivos.
Tiempo para comer.
Ser tu propio jefe no significa trabajar todo el día. Significa tener libertad para vivir.
En resumen:
Desconectarte no es un lujo, es una necesidad, no tienes que ganarte tu derecho al descanso. Tu tiempo libre: No es un premio, no es negociable, no se pide, se protege; Porque aunque te autoproclames como la máquina de chambear 3000, no eres un robot y tu vida no debería ocurrir solo después de terminar pendientes.
Queremos leerte en los comentarios: ¿Tienes algín ritual para terminar la jornada?, ¿Qué haces para evitar que el trabajo se meta en tu vida personal?, ¿Tienes un “truco secreto” para desconectarte de verdad que deberíamos conocer?
Cuéntanos. Este espacio es para compartir tácticas, desahogarnos un poco y recordarnos que la vida pasa… pero fuera del horario laboral.