26/11/2025
“¿Por qué lo quieres tanto?
Es solo un perro”, me dicen.
Y no saben.
No saben que fue él quien se quedó cuando el mundo parecía seguir sin mí.
Que cuando el ruido por dentro se volvió insoportable,
él simplemente se acostó a mi lado…
y esperó.
No es “solo un perro”.
Es el que dio pasos a mi ritmo cuando yo apenas podía avanzar.
El que entendió mi tristeza sin palabras,
y con un simple movimiento de cola me recordó que aún había luz.
Con su mirada.
Con su presencia fiel.
Con ese suspiro tranquilo que me enseñaba a volver a respirar.
Lo quiero tanto porque me sostuvo sin pedírselo,
porque me devolvió un pedacito de vida cada día,
sin condiciones, sin juicios, sin esperar nada a cambio.