20/10/2025
Vivimos en una sociedad que idolatra los cuerpos “perfectos”, como si existiera solo una forma correcta de habitar un cuerpo.
Y muchas veces, cuando la genética no “ayuda”, crecemos sintiendo que algo está mal con nosotros…
que no hicimos lo suficiente,
que fallamos,
que nos faltó fuerza de voluntad.
Pero, ¿sabías que tu genética influye hasta en la forma en que tu cuerpo distribuye la grasa, cómo responde al ejercicio o incluso cómo maneja el hambre y la saciedad?
Eso no significa que no puedas mejorar tu salud,
significa que tu punto de partida no es el mismo que el de los demás.
Y a veces eso duele.
Duele compararte.
Duele sentir que haces todo “bien” y no ves los mismos resultados.
Duele no tener esa “genética privilegiada” que el mundo aplaude.
Pero también, cuando entiendes esto desde el amor y no desde la exigencia,
te liberas.
Porque ya no buscas ser otro cuerpo,
sino cuidar el que tienes.
Y sí, aunque el camino sea más lento o diferente,
sigue siendo válido, sigue siendo digno, sigue siendo hermoso 💛
A veces la genética no se puede cambiar… y sí, puede ser frustrante cuando das tanto y los cambios no se notan como quisieras.
Pero si cambias el enfoque —si en lugar de pelear con tu cuerpo decides luchar por él—, algo empieza a transformarse.
Porque más allá de buscar un cuerpo bonito, estás rompiendo patrones, estás haciendo que tu cuerpo funcione mejor, estás eligiendo salud, constancia y amor propio.
Créeme, eso ya es estar del otro lado. 💫
La genética influye, sí…
pero el tiempo, la paciencia y la disciplina tienen un poder que la genética jamás podrá igualar.
Te abrazo si alguna vez te has sentido frustrada en el proceso.
✨ Que tengas un lindo inicio de semana 🤍