03/11/2025
La alegría de esta pareja es inmensa, profunda, imposible de contener.
Después de tantos días de incertidumbre, de noches en vela temiendo perder lo más preciado, finalmente llega el momento esperado: su bebé está en brazos, vivo, fuerte, respirando amor.
Los recuerdos del miedo se disuelven entre lágrimas de gratitud. Cada latido, cada movimiento del pequeño, es un milagro palpable. Los padres se miran y saben que Dios estuvo ahí en cada instante, guiando, sosteniendo, cuidando.
Sus corazones rebosan de agradecimiento: por la vida que floreció contra todo pronóstico, por la fe que nunca se extinguió, y por ese abrazo que hoy resume meses de lucha, esperanza y oración.
En silencio o en voz alta, pronuncian las palabras más sinceras:
“Gracias, Dios, por permitirnos llegar hasta aquí. Gracias por nuestro bebé, por este regalo de amor y de vida.”