01/11/2025
Los adolescentes sanos viven las emociones con intensidad. Eso no es un problema. Es desarrollo. Es lo esperado para su edad…
Como el otro día, la hija estaba frustrada porque algo no le salía bien. Le dije con calma: “es normal, aún no has practicado tanto.” Y me contestó muy molesta: “¡pero sí soy buena en eso!”. La realidad es que no había respuesta correcta: cualquier cosa que dijera la irritaría.
Muchas veces no buscan respuestas, solo presencia. Solo saber que pueden estar enojados y que el mundo no se derrumba por eso.
En un mismo día pueden pasar por alegría, enojo, tristeza y euforia. Y todo en versión intensa.
Lo importante no es que no sientan tanto, sino cómo canalizan lo que sienten.
Algunos lo hacen hablando, otros se encierran a escuchar música, juegan con el perro, hacen ejercicio, ven series viejas o se refugian en un videojuego hasta que pasa la ola emocional.
En mi caso, cuando la noto así, intento no tomarlo personal. Le doy espacio, le llevo algo que le guste , un té, un snack, su comida favorita, y espero a que se tranquilice. Después, cuando la veo más serena, le pregunto si quiere hablar. Casi siempre lo hace.
Y es que nuestra tarea no es extinguir la emoción, sino acompañar su manejo. Estar atentos a que ese desahogo no se desvíe hacia caminos de riesgo: sustancias, evasión constante, autodaño o violencia.
Porque los adolescentes no manejan el estrés como los adultos.
¿Y tú? ¿Qué haces cuando tu hijo o hija tiene un día así?