11/07/2021
Es bastante común que cuando las personas quieren comenzar un estilo de vida más saludable, lo primero en lo que piensan es en cuáles suplementos deberían de comprar.
“¿Cuál proteína me recomiendas?”, “¿me compré esto, esto, esto, esto, esto, esto, es que mi entrenador/influencer/persona que no tiene idea de lo que habla me lo dijo, está bien?”
Ningún suplemento es absolutamente necesario si se lleva una dieta suficiente y variada revisada por un profesional, salvo algunas excepciones en las cuales está identificada alguna deficiencia, por ejemplo de algún micronutriente, o cuando está justificado su uso como herramienta para agilizar el consumo de macronutrientes en un momento específico del día.
Por desgracia, la industria de los suplementos tiene mucho peso en la actualidad, y su enfoque principal es la persona promedio, que sabe poco o nada de nutrición, para venderles cosas innecesarias, con justificaciones rebuscadas, a precios inflados y peor aún, de mala calidad. (Si te enoja esto, es porque los vendes).
Suplementos rescatables, con suficiente evidencia científica, son contados, entre ellos están: el aislado de suero de leche, la cafeína y la creatina.
A partir de ahora, antes de comprar cualquier suplemento, pregúntate si de verdad lo necesitas (posiblemente tienes todo cubierto con tu alimentación), si comprendes sus “beneficios”, si es de muy buena calidad (contiene lo que dice la etiqueta y es el ingrediente principal solo, sin ningún otro agregado), o alguien te lo quiere vender solamente para sacarte algo de dinero.
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