01/12/2025
La evaluación psicológica: entre la responsabilidad ética y la banalización del trámite
En México, la evaluación psicológica se ha convertido en un requisito indispensable para múltiples funciones de alta responsabilidad social: portación de armas, cuidado infantil, operación de vehículos de carga y labores de seguridad, entre otras. Aunque estas evaluaciones fueron concebidas como mecanismos de seguridad, prevención y responsabilidad pública, en la práctica han sido reducidas —con preocupante frecuencia— a simples documentos expedidos sin metodología, sin pruebas y sin criterios clínicos.
Este fenómeno no solo compromete la integridad de las instituciones, sino que desprestigia y devalúa el ejercicio profesional de la psicología.
1. El marco normativo sí existe: y es claro
En el caso de la portación de armas, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) exige que el solicitante presente un certificado médico-psicológico de salud mental, el cual debe incluir la aplicación de pruebas psicológicas, sus resultados e interpretación profesional, firmado por un psicólogo con cédula. Así lo establece el documento oficial “Requisitos para Licencias Particulares Individuales” de SEDENA (Secretaría de la Defensa Nacional, 2020).
En otras áreas ocurre lo mismo:
• Estancias infantiles y centros de cuidado: Los reglamentos municipales y las procuradurías estatales —como las Procuradurías de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes— solicitan evaluaciones psicológicas para cuidadoras y personal de atención directa.
• Orfanatorios y centros asistenciales: Se exige perfilación psicológica de cuidadores como parte de los estándares de protección y supervisión.
• Conductores de transporte de carga: La normatividad estatal contempla evaluaciones de aptitud psicológica para otorgar y renovar licencias especializadas.
Todas estas normas coinciden en un punto: la evaluación psicológica no es un trámite administrativo, sino una valoración clínica profesional con impacto en la seguridad pública y el bienestar de terceros.
2. Deontología y metodología: lo que una evaluación responsable debe implicar
De acuerdo con los principios éticos de la práctica psicológica (American Psychological Association, 2017) y con los estándares internacionales de evaluación (Muñiz & Fonseca-Pedrero, 2019), una evaluación seria implica:
• Entrevista clínica rigurosa.
• Aplicación de pruebas estandarizadas y confiables.
• Interpretación técnica sustentada en evidencia.
• Informe detallado que explique la aptitud o no aptitud del evaluado.
• Responsabilidad ética frente a los riesgos asociados al cargo o función.
En contextos de alta demanda social —como el manejo de armas o el cuidado infantil— la falta de rigor puede traducirse en daño real para personas vulnerables y para la sociedad.
3. La práctica cotidiana: certificados exprés y corrupción normalizada
A pesar de lo anterior, en la realidad mexicana abunda la emisión de certificados psicológicos sin evaluación, sin pruebas y sin fundamentos clínicos. Lo que debería ser un proceso técnico se convierte en una compraventa de documentos que afirman que alguien es “apto”, aunque nunca haya sido evaluado realmente.
Este fenómeno no solo es una falla técnica: es una falta deontológica grave que vulnera la confianza pública, trivializa la salud mental y pone en riesgo la integridad de personas y comunidades.
4. La devaluación económica: cuando el trabajo profesional se convierte en mercancía barata
Otro problema profundo es la devaluación económica del trabajo psicológico. En muchos contextos, la sociedad —e incluso algunos colegas— asume que “todas las pruebas son iguales”, que “cualquier psicólogo puede hacer cualquier evaluación”, o que “solo importa el papel firmado”.
Esto lleva a que evaluaciones que deberían implicar horas de trabajo, análisis técnico y responsabilidad ética se ofrezcan a precios irrisorios, lo que destruye el valor percibido de la profesión y fomenta la competencia desleal basada en el costo, no en la calidad.
Cuando la evaluación psicológica se vende al precio de un trámite menor, la sociedad entera paga las consecuencias:
• Se reducen los estándares.
• Se incentiva la corrupción.
• Se debilita la credibilidad profesional.
• Se pone en riesgo a terceros que dependen de una verdadera certificación de aptitud.
5. Reflexión final: la evaluación no es un formato, es un acto ético
Un informe psicológico tiene un impacto que va mucho más allá del papel:
• Puede permitir a una persona portar un arma.
• Puede determinar quién cuida a una niña o niño.
• Puede decidir quién opera un vehículo de carga que circula en carreteras públicas.
Por eso, transformar la evaluación psicológica en un trámite rápido o una “venta de certificados” es una forma de corrupción que daña a la sociedad y erosiona la dignidad de la psicología.
La evaluación psicológica debe volver a ser lo que originalmente se concibió: una herramienta de responsabilidad social, de prevención, de ética profesional y de cuidado de vidas humanas.
Invito a la reflexión: si somos psicólogos, defendamos nuestro trabajo con rigor, ética y dignidad. Y si somos ciudadanos, aprendamos a exigir que estos procesos se realicen con metodología y profesionalismo, no con papeles vacíos.
Referencias
American Psychological Association. (2017). Ethical Principles of Psychologists and Code of Conduct. APA.
Muñiz, J., & Fonseca-Pedrero, E. (2019). Diez pasos para la construcción de un test. Psicothema, 31(1), 7–16.
Secretaría de la Defensa Nacional. (2020). Requisitos para Licencias Particulares Individuales. Gobierno de México.