02/12/2025
La idealización en el duelo: cuando el amor se confunde con el autoengaño
Por Psic. Benjamín E. Salgado López
En muchas culturas, incluido México, es común que al enfrentar la pérdida de un ser querido idealicemos su figura. Esta idealización es un mecanismo de defensa bien conocido en el proceso de duelo (Freud, 1936; Neimeyer, 2012). Consiste en magnificar las virtudes del fallecido y silenciar sus defectos, como una forma de protegernos del dolor o la culpa.
Sin embargo, esta idealización puede transformarse en una negación que distorsiona la realidad. No es raro ver que, por no querer reconocer las imperfecciones del ser querido que se fue, se construye una narrativa donde esa persona se vuelve “perfecta”, y esto se transmite a los hijos y a los demás. La tanatología y la psicología positiva coinciden en que un duelo saludable no se basa en mitificar a quien falleció, sino en recordarlo con honestidad, integrando tanto sus virtudes como sus limitaciones (Worden, 2009).
Idealizar a un fallecido no solo nos impide procesar el duelo de manera genuina, sino que también priva a los demás de conocer la verdad y de construir memorias realistas. No se trata de faltarle al respeto a quien partió, sino de honrar su humanidad completa. Comunicar con asertividad y veracidad es también una forma de sanar y de permitir que los demás lo hagan.
En conclusión, el duelo saludable implica aceptar la realidad del ser querido tal como fue, sin idealizaciones ni ficciones. Solo a través de esta verdad podremos cerrar ciclos y construir memorias auténticas.
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