18/07/2022
El Viento
Los brujos antiguos dividieron el mundo en las cuatro direcciones: los cuatro puntos cardinales, cada dirección con sus respectivas descripciones, simbolismos, colores asociados, así como también sus vientos.
Hay cuatro vientos: el del norte, el del sur, del este y del oeste, cada uno de ellos con sus propias características y aun cuando un brujo utiliza a menudo las fuerzas del aire y del viento, es solo en las brujas que se manifiesta a plenitud.
Cada guerrero femenino en el grupo posee una dirección en particular y un viento personal. La mujer puede abrirse a su viento, para lo que mejor le plazca – por ejemplo, para embellecer su cuerpo y renovarlo o aun para conocer hechos pasados, presentes o futuros. De hecho una guerrera tiene que aprender a no oponerse a su viento; tiene que entregarse a él y dejar que él la guíe, tarda años en hacerlo.
Procedimiento
La guerrera debe salir al descampado, siguiendo indicaciones del espíritu hasta un lugar donde nadie, excepto el viento, la pueda encontrar.
Allí sola y desnuda, enfrenta su dirección, entra en un silencio interno y llama su viento, lo llama como se llama al amante con expectación, lo hace con gestos, con palabras y aún con canciones. Cuando lo siente venir, ella se tenderá sobre una peña limpia, abriendo sus piernas en dirección a su viento personal.
La guerrera permanecerá quieta y en silencio interior hasta que le llegue el viento y la penetre. El viento entra en su matriz, lo siente como un pájaro que llega y se posa en el estómago. La guerrera no tiene porqué sentir miedo alguno: el viento es su abrigo.
El viento es una entidad que tiene vida: “lame y penetra a la guerrera por sus orificios”. Ella tiene que permanecer quieta, aunque sienta que se va a morir. Debe permitir que el viento haga con ella lo que quiera, finalmente este le empezará a decir qué hacer con su vida, con sus cosas, con sus sentimientos.
En un principio, las palabras del viento pueden no resultar muy claras. La mujer llega a creer que se trata de sus propios pensamientos; eso sucede a casi todas. No obstante, al tranquilizarse, comprende que hay algo fuera de ella que le dice cosas.
El viento se mete dentro del cuerpo de la mujer debido a que ella tiene útero. Una vez dentro del útero, el viento la atrapa y le dice que haga cosas. De pronto, la mujer se encuentra haciendo cosas de cuya realización no tenía la menor idea. A partir de ese momento, el viento es su constante consejero.
Al principio de esa búsqueda, por lo general el viento llega lentamente a la guerrera, sin que esto sea la regla, eso pasa de esa manera porque casi todas arrastran consigo mucho d su antiguo ser. Tal situación cambia cuando el viento la obliga a adoptar acciones: nueva habitación, nueva forma de vestir, de dormir, comer, caminar, ejercitarse. También le enseña a estar quieta y hacer cosas raras sin ningún motivo aparente.
La relación entre una guerrera y su viento es para toda la vida, el viento se vuelve su aliado, su compañero constante, su amante y confidente, que le aconseja y le dice las cosas concernientes a su vida y el camino que debe seguir.
Probando al viento
“Creer que el mundo es sólo como lo percibimos normalmente es una estupidez. El mundo es un sitio misterioso sobre todo en el crepúsculo. Sus poderes pueden seguirnos, fustigarnos o hasta matarnos. En el crepúsculo del desierto no hay viento; a esa hora sólo hay poder”.
“Un guerrero aprende a cazar el viento, exponiéndose y ocultándose del viento en forma controlada.”
Para ello, debe seguir ciertos pasos estratégicos.
Procedimiento:
Debe vigilar el viento; eso es algo importante. Al salir en busca de poder, todo lo que hace cuenta. Hay que vigilar el viento a medida que se acaba el día, observando los cambios de dirección y cambiando posiciones a fin de resguardarse de él. Al realizar este ejercicio es mejor no arriesgarse en regiones desconocidas.
Un guerrero se muestra y se oculta del viento según sus necesidades, así que no debe dejar que el viento le haga perder el paso, que lo fatigue. Si es preciso, debe esconderse de él.
Mientras dura el ejercicio, uno debe concentrarse en los cambios repentinos del viento, ese es un acto que involucra a todo el cuerpo, hay que permanecer en un completo estado de atención. Los cambios pueden percibirse como una especie de presión en la parte superior del pecho. Los guerreros reportan que cada vez que uno se halla a un punto de sentir una racha del viento, experimenta una comezón en el pecho y garganta.
Una vez que se llega al sitio elegido para la experiencia, que bien puede ser un cerro o alguna elevación sobre el terreno, que permita a uno ver a cierta distancia, el experimentador certifica la dirección de las ráfagas de viento por el polvo levantado o tal vez por movimientos de los arbustos.
El guerrero escoge de antemano sus resguardados. Algún hueco entre las piedras o detrás de un cúmulo denso de arbusto, donde pueda refugiarse de cuerpo entero, donde no llegue el viento. Debe estar cerca de ese refugio, a fin de ocultarse a tiempo cuando así lo necesite.
Debe elegir el momento de la exposición. Cuando él se hace notar sobre una elevación, “algo” se le viene encima. Se puede pensar que es sólo el viento, pues viento es todo cuanto se conoce, sin embargo, el guerrero que sabe utilizar apropiadamente el no hacer, sigue su experimento mismo sin creer, ya que mientras actúe buscando y ocultándose del viento estará no haciendo. Los resultados iniciales importan poco, lo importante es la acción en sí, ya que con este ejercicio uno abre la puerta al viento.
Así que este ejercicio consiste en exponerse y esconderse alternativamente del viento, verificando cómo en el primer caso este corre en dirección del practicante, mientras que en el segundo se aleja, yendo como dando tumbos por otros sitios del terreno.
“Para darse a notar todo lo que se debe hacer es parar en la punta del cerro a la hora del crepúsculo, y el poder lo acompasará y lo buscará toda la noche. Por eso, cuando un cazador quiere viajar de noche, o quiere mantenerse despierto, debe ponerse al alcance del viento. Para hacerse inconspicuos, simplemente se oculta entre las ramas en un refugio previamente preparado”.
“Un guerrero usa el crepúsculo y el viento para corroborar la crucial importancia de la interacción entre esconderse y mostrarse. Hay que aprender a ponerse deliberadamente al alcance y fuera del alcance. La vida cotidiana nos mantiene todo el tiempo al alcance sin saberlo, el secreto de los grandes cazadores consiste justamente en eso: ponerse al alcance y fuera del alcance en el momento apropiado, en la mera vuelta al camino.”
Una alternativa para éste ejercicio consiste precisamente en no exponerse. Es inútil cuando necesitamos dormir en campo abierto. Si le conviene, el cazador se esconderá del poder cubriéndose con ramas, y quedándose totalmente quieto hasta que el crepúsculo haya pasado, y el poder lo encierra como un capullo. Un aprendiz puede así quedarse a campo raso sin que ningún bicho lo moleste. Un león de montaña puede acercarse y olerlo, y si el cazador no se mueve, el león se va”.
“El último punto que hay que despejar sobre la fuerza del viento, es que esa fuerza puede volverse traicionera. Es algo que se esconde en el viento y se asemeja a un remolino, algo como una nube o una niebla, que da vueltas, moviéndose en una dirección específica. Da tumbos o vueltas. El cazador debe conocer eso para moverse en forma correcta.”. Del libro Viaje a Ixtlán de Carlos Castaneda.
Cuando uno se expone a esas fuerzas, lo mejor es permanecer algún tiempo oculto. Si eso no funciona, hay que dormir en el campo, cubiertos con ramas o pasar la noche enterrado, no se debe regresar a la casa hasta que se averigüe que está todo calmo, esas fuerzas pueden seguir a uno, y hacer la vida imposible, “eso” que existe ahí afuera es un “viento” voluntarioso. No se trata de masas de aire comunes, durante el crepúsculo el viento se transforma en poder. Un cazador sabe eso y actúa de acuerdo, usa el crepúsculo y ese poder oculto en el viento.
Manual del Guerrero Tolteca
J.Y.