14/11/2025
EL PERDÓN RECREA Y RECONSTRUYE.
“Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡hay, del que los provoca! Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndele; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y se siete veces vuelve a decirte: “Lo siento”, lo perdonarás”. Los Apóstoles le pidieron al Señor: “Auméntanos la fe”. (Lc 17,1-6)
Jesús sabía muy bien con qué barro trabajaba.
Jesús era consciente de que sus seguidores no eran angelitos.
Jesús sabía muy bien que seguiríamos siendo humanos.
Porque “la gracia no destruye la naturaleza”.
Me gusta el barro, por más que sea resbaladizo y ensucie las manos.
Pero me gusta el barro por lo moldeable que es.
Y cómo con él se pueden hacer verdaderas obras de arte.
Y Jesús lo sabe.
Sabe que somos frágiles como el barro.
Sabe que somos resbaladizos como el barro.
Aunque también sabe que con el barro de nuestras vidas es posible hacer obras de arte.
Sabe que no somos malos.
Somos sencillamente débiles y frágiles.
Y que pese a nuestra buena voluntad, que a veces también es mala voluntad, fácilmente podemos tener problemas entre nosotros.
Y que, pese a nuestra buena voluntad, podemos ofendernos unos a otros.
Y que, fácilmente pueden darse divisiones.
Y que, no todo es oro molido entre nosotros.
Pero también sabe que somos capaces de restañar esas heridas que nos han hecho nuestros hermanos.
Que somos capaces de perdonar y de olvidar.
Cuentan que uno tenía una vasija de barro preciosa y de gran valor.
Alguien curioso la tomó en sus manos y, en un despiste, se le resbaló y se hizo trizas en el suelo.
Nadie se imagina el dolor de su dueño.
Pero allí había un artista y trató de darle paz y calma.
Deja que yo la arregle.
La llevó a su casa y fue uniendo los pedazos con hilos de oro.
A los pocos días se la devolvió. Era una preciosura.
Imposible imaginarse aquella obra de arte.
Los que la contemplaban se quedaban contemplándola.
Y no faltaron postores y amigos del arte que comenzaron a pujar el precio.
Un precio superior al que tenía antes.
Este es el sentido y la misión del perdón.
La comunidad con frecuencia se hace pedazos con esas ofensas fraternas.
Diera la impresión de que la comunidad familiar, la comunidad religiosa se había quebrado para siempre.
Pero aparece la capacidad del perdón y vuelve a soldar lo que se había roto, con los hilos de oro del perdón.
Y la comunidad que se había quebrado, ahora vuelve a ser una comunidad nueva.
Una comunidad de amor.
Una comunidad de fraterna caridad.
Una comunidad mucho más evangélica.
Claro que, para ello necesitamos pedirle al Señor que “aumente nuestra fe”.
Porque solo la fe es capaz de despertar el amor que perdona.
Porque solo la fe es capaz de restañar las heridas mediante el amor.
Porque solo la fe es capaz de hacernos sobreponer a las ofensas que hemos recibido.
Porque solo la fe nos hace capaces de comprender la debilidad de nuestros hermanos.
Porque solo la fe nos hace capaces de vernos como hermanos a pesar de nuestras debilidades u ofensas mutuas.
El amor que perdona es ese hilo de oro capaz de reconstruir la vasija de nuestra comunidad y hacerla más bella y hermosa que antes. Porque el perdón recrea y reconstruye.”
(Juan Jáuregui Castelo)