19/10/2025
El prestigiado y exitoso terapeuta, escritor y conferencista argentino GABRIEL ROLÓN, en sus libros y conferencias ha tratado la mayoría de las disfunciones emocionales que, en algún momento de nuestra vida, inevitablemente afrontamos… Entre ellos, una de las más difíciles de superar: EL DUELO. Al respecto, se transcribe algo de sus ideas a continuación:
“Hay heridas que no sangran, pero nos cambian para siempre… Hay pérdidas que no se ven en radiografías, pero duelen más que cualquier fractura… Y HAY DUELOS que no tienen funeral, pero nos sepultan en vida … Durante el proceso del duelo es frecuente que sintamos que el mundo perdió color cuando alguien se fue, alguien o algo ya no es lo que fue, o algo o alguien ya no está CON NOSOTR@S, aún y cuando pudiera seguir estando con otras personas, en otro lado o en otro estado… Requerimos entonces encontrar la manera de cómo seguir adelante cuando quien nos enseñó a caminar ya no está, aprender a mirar la vida con nuestros propios ojos cuando quien nos prestó su mirada ya no puede hacerlo.
EL DUELO no es solo llorar a quien se fue. El duelo es aprender a ser nosotr@s mism@s sin el espejo en el que nos reconocíamos… Es descubrir que esa voz interna que nos guiaba era en realidad la voz de otr@, y cuando esa voz es silencia para siempre, nos quedamos con el eco y la urgencia de encontrar nuestra propia melodía.
El duelo, también, PUEDE SER el proceso FORZOSO que nos ayude a descubrir quiénes somos nosotr@ cuando no somos el personaje que representábamos en función de alguien, cuando no tenemos ya que ser “el prototipo” de nadie (como acertadamente se ha afirmado: “si somos lo que somos, para complacer a alguien, y si es@ alguien es lo que es, para complacernos a nosotr@s, ENTONCES, ni nosotros somos lo que somos, ni ese alguien es ese alguien)… Puede decirse, con las reservas que amerite cada caso, que en lo dicho anteriormente está la síntesis perfecta de lo que significa elaborar un duelo sanamente.
EL PROCESO DE DUELO SANO, es deseable que nos ayude para no negar lo que perdimos, pero tampoco negar lo que podemos ganar… No idealizar la relación que tuvimos, pero tampoco demonizarla… No quedarnos atrapados en el pasado, pero tampoco huir hacia el futuro… Encontrar ese punto de equilibrio donde podemos honrar lo que fue y al mismo tiempo, construir lo que será. Y esto requiere que ENTENDAMOS algo fundamental: la diferencia entre recordar y rumiar.
RECORDAR, es traer al presente momentos del pasado para sentir gratitud, para aprender, para mantener vivo el amor…
RUMIAR, es quedarnos atrapad@s en pensamientos circulares que no nos llevan a ningún lado, que nos mantienen en un estado de sufrimiento perpetuo.
Cuando estamos en duelo, es normal que nuestra mente vuelva una y otra vez a los mismos recuerdos, a las mismas preguntas sin respuesta, a los mismos ¿Y SI HUBIERA? Pero hay un momento en el proceso donde tenemos que elegir conscientemente, si queremos seguir RUMIANDO o si queremos empezar a RECORDAR sanamente.
Rumiar es PREGUNTARNOS OBSESIVAMENTE por qué pasó lo que pasó…
Recordar es ACEPTAR qué pasó y honrar lo que significó para nosotr@s...
Rumiar es CULPARNOS por lo que no hicimos o por lo que hicimos mal…
Recordar es AGRADECER por lo que sí pudimos hacer y por todo lo que compartimos...
Rumiar es QUEDARNOS ATRAPAD@S en la injusticia de la pérdida…
Recordar es ENCONTRAR SENTIDO en lo que vivimos junto a eso o esa persona que ya no es, o ya no está.
Y para poder PASAR DE RUMIAR A RECORDAR, necesitamos hacer algo muy difícil: NECESITAMOS PERDONARNOS…
Perdonarnos por NO HABER SIDO todo lo perfect@s que creemos pudimos haber sido...
Perdonarnos por las veces que NO DIJIMOS, te amo cuando podíamos decirlo…
Perdonarnos por las PELEAS QUE NO VALÍAN LA PENA, que participamos en ellas solo con el insano propósito de tratar de demostrar, a toda costa, que teníamos la razón…
Perdonarnos por HABER DADO POR SENTADO que siempre tendríamos más tiempo para buscar, encontrar, decir, no hacer, o no decir...
Porque LA CULPA es uno de los componentes más tóxicos del duelo… Esa VOZ INTERNA que nos dice que podríamos haber hecho algo diferente para evitar la pérdida. Es esa SENSACIÓN de que somos responsables de algo que, en realidad, estaba fuera de nuestro control.”
Saludos y bendiciones… Juan E.