20/05/2025
Hoy celebro el camino que elegí… y que también me eligió a mí.
Ser psicóloga no ha sido solo una profesión, ha sido un viaje profundo y transformador.
Tenía 19 años cuando dejé a mi familia, mi pueblo y todo lo que conocía, para lanzarme al vacío de lo desconocido. Llegué a la gran ciudad sin red de apoyo, sin certezas, pero con un deseo ardiente de comprender el alma humana. De entender el dolor, la búsqueda, las heridas que no se ven… y cómo sanar desde adentro.
No ha sido fácil. Durante años dudé de mí, de mi capacidad, de mi voz. Escuché esas frases internas que me decían que no sabía lo suficiente, que no estaba lista, que quizás esto no era para mí.
Pero había algo que me impulsaba desde lo más hondo: esa certeza de que escuchar con los oídos del alma puede ser una forma de abrazar al otro, incluso en su silencio.
Hoy trabajo en el área clínica con la convicción de que no hay mayor regalo que poder decirle a alguien desde la presencia: “No estás solo, no estás sola. Yo estoy contigo. Y juntos encontraremos un cómo, un para qué.”
Gracias a cada persona que me ha permitido acompañarle en su proceso, que ha confiado en mí sus emociones, su historia, sus miedos. Gracias por dejarme crecer a su lado. Ustedes también me han sanado, enseñado y sostenido.
Hoy, más que nunca, sé que elegí bien.
Y sigo aquí, con el alma llena, con el corazón abierto y con el firme propósito de seguir caminando al lado de quienes buscan reencontrarse con su propia luz.
Feliz Día del Psicólogo a quienes también decidieron hacer del alma humana su territorio de trabajo y amor.