11/06/2025
Ayer estuve en un parto muy peculiar.
Algo que siempre está, pero está vez fue tan tangible.
Fue un parto acompañado de la historia de amor de esa pareja, de risas, de sostén, de familia cerca y lejos, todo unidos en el mismo rezo.
Sentía en esa habitación, la presencia espiritual de cada integrante de su familia, esa sensación de cuando todo está sostenido por el amor colectivo y sincero.
Éste cuadro adornaba la habitación y al ver esa ave, pensaba en lo efímero, lo constante, lo sutil, lo bello del rojo vida, los vientos que lo acompañan y que ese elemento no es visible, pero está, se siente; tal vez por eso ella pedía mucho aire.
La vida es muerte y en la muerte hay vida.
Cada día es único, la oportunidad de decidir si lo sufrimos o lo bendecimos. La oportunidad de abrazar a quien damos por hecho que veremos mañana y abrazar a quien solo un instante, solo un par de horas estará en cuerpo a cuerpo, en corazón a corazón.
Salimos del parto, de bienvenir y biendespedir a éste bebecito, y estaban parte importante de esa familia que cuida de estos padres.
Ayer me sentí privilegiada, honrada, agradecida, presente...
La vida quiere vivir, sabe cómo.... Pero en la vida está la muerte y en la muerte hay vida.