12/08/2025
Hoy, al concluir una sesión en línea con una de mis consultantes que vive fuera del país, me quedé con una sensación distinta.
Siempre he visto la terapia como un espacio para reflexionar, desahogarse y, sobre todo, para generar cambios profundos: mirar la vida desde otra perspectiva, relacionarse de maneras más sanas o aprender nuevas formas de gestionarse a uno mismo.
Pero hoy entendí algo que a veces olvidamos: hay sesiones que no están hechas para transformar de inmediato, sino para sostener.
Cuando el dolor es tan grande, no hay palabra, pregunta o técnica que pueda aliviarlo por completo. En esos momentos, la tarea no es mover, sino acompañar; no es impulsar, sino sostener con respeto y presencia.
Me di unos minutos antes de mi siguiente sesión para respirar y recordar que, en ocasiones, lo más valioso que podemos hacer como terapeutas es honrar el dolor… y quedarnos ahí, simplemente sosteniendo, confiando en que el cambio, si ha de llegar, lo hará a su tiempo.